Hacer empresa de agro en el país es “quijotesco”

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
En el campo, de acuerdo con los expertos, se encuentran todas las variables y factores que impiden la creación de una empresa viable y competitiva.

Hacer empresa en Colombia es cada día más engorroso, tedioso, costoso y por de más difícil.

Muestra de lo anterior está consignada en el informe Doing Business 2018 (elaborado por el Banco Mundial), en que se sitúa a Colombia en el puesto 59 de 190 países analizados. Una década atrás el país se ubicada 37; es decir, al pasar de los años, se va retrocediendo en eficiencia.

Para el analista Andrés Espinosa Fenwarth, esa descolgada de 22 escaños solo tiene una respuesta, que consignó en su columna de Portafolio: “Se deriva de mayores exigencias y costos para el inicio de un negocio (74 a 96), trámite de permisos de construcción (32 a 81), registro de propiedades (51 a 60) y menor protección a los inversionistas (cinco a 16)”.

Y para completar, en Colombia todo es más costoso. Por ejemplo, la electricidad (8,6 veces más), tasa de tributación nacional (69,8% frente a 40,1%), costo a exportar (3,7 más) e importar (5 veces más) que los obtenidos por la Ocde.

Si pretender crear una empresa en las zonas urbanas es casi un imposible, qué decir de las intenciones que se tengan para desarrollarlas en el sector rural.

Aunque no se crea, son aún más difíciles y desesperantes.

 

Todas iguales

De acuerdo con Hernán Hernández Peñaloza, presidente de la Sociedad de Agricultores de Santander, SAS, y con asiento en la SAC, todo inicia con el registro en Cámara de Comercio, llevar una buena contabilidad y pagar al día sus impuestos, si quiere, al menos, acceder a un crédito.

“Hay unas rentas presuntivas, así se tengan ganancia o no, se deben pagar impuestos. Las estadísticas nos muestran que las pequeñas no son capaces de sostenerse ante la cascada de impuestos y para poder subsistir se tienen que volver informales”, agrega.

Hernández Peñaloza sostiene que otro error que se tiene en el país es que existe una legislación que clasifica las empresas en micro, pequeñas, medianas y grandes, siempre y cuando sean industriales y comerciales; pero si son del sector agropecuario, todas son iguales. Lo anterior significa que la tributación, que llega al 33%, es igual para todos.

“Los créditos solamente son otorgados por los bancos cuando tienen la garantía de retorno de capital; pero en el agro, ahora, la tierra ya no es aceptada como prenda”, agrega.

El directivo de la SAS asegura que además de toda esa carga tributaria y el “costo país”, las empresas agrícolas se ven obligadas a salir a competir con los agricultores y ganaderos de otros países que tienen tasas e impuestos más bajos, además de subsidios que les permiten vender los productos a precios más bajos y por ende, se ganan mercados.

“Un ejemplo palpable es que los ecuatorianos son capaces de vender a precios más competitivos la papa que la producida por nuestros productores”, sostiene Hernández Peñaloza.

 

Otros rumbos

En concepto de Henry Vanegas Angarita, presidente Ejecutivo de la Federación Nacional de Cerealistas y Leguminosas, Fenalce, el proceso de creación de una empresa agrícola en Colombia en la actualidad tiene un gran traspié: la inseguridad jurídica.

El directivo estima, igualmente, que hay una normatividad abultada y cambiante que “es todo un embrollo”. En su concepto, la situación tributaria es muy fuerte, sumado a la tramitología frente a la Cámara de Comercio y Dian, entre otras entidades.

Asegura, de otra parte, que tiene gran peso en contra lo laboral, ya que no se tiene posibilidad de una flexibilización existente en otros países.

“Por lo anterior y ante la facilidad que hay en otros países, muchos inversionistas se van a hacer empresarización agrícola en países como Panamá, Costa Rica, Ecuador y Bolivia (Santa Cruz de la Sierra)”, agrega.

 

Apoyo total

Un empresario con inversiones en otros países y que pidió reserva de su nombre explica cómo es crear una empresa, por ejemplo, en México frente a Colombia.

En México unos empresarios montaron una planta para transformar fruta y el Estado a través de la eliminación de impuestos y auxilios, literalmente, les devolvió la inversión. La razón: esa empresa genera 1.000 empleos directos en la zona rural donde se establezca. Más lo anterior, les dijeron que ocurría igual con el número de plantas que establecieron en el territorio “manito”.

En su concepto, en Colombia cuando se requiere importar maquinaria para montar una planta agroindustrial se debe pagar un arancel del 5%. Lo anterior significa que por una maquinaria de $25.000 millones hay que pagar $1.250 millones de arancel.

“Ahí, el proyecto nace cojo, porque a lo anterior hay que sumarle unos sobrecostos que hacen que esa intención empresarial en el campo sea inviable”, explica el empresario.

Además, opina que el momento político que se vive en el país ha frenado toda intención de inversión en el campo, sumado a la inseguridad jurídica que se vive alrededor de la propiedad de tierra. Los empresarios del agro han tenido que traer maquinaria de China, que es la más barata, porque no se cuenta con recursos y auxilios para poder acceder a tecnología más avanzada.

“En Colombia, para cada paso que uno dé, se encuentra un traspiés que le hace abortar el proyecto”, puntualiza.

 

No hay conocimiento

Para los ganaderos colombianos, el factor que estiman más relevante y que frena la creación de empresas de esa rama es la falta de conocimiento, ya que no se ha podido llegar a que los productores implementen esas nuevas prácticas que le permitirán que su negocio sea viable.

De acuerdo con Jaime Clavijo Picón, director ejecutivo de la Federación de Ganaderos de Santander, Fedegasán, la actividad, en 80%, está en manos de pequeños campesinos y al no existir ese conocimiento se siguen trabajando con prácticas obsoletas e insostenibles, que no permiten resultados económicos satisfactorios. Al no tenerlos, se ve en la obligación de vender y migrar a la ciudad.

El directivo gremial estima también que a lo anterior se suma la carencia de asistencia técnica, financiación y seguridad jurídica y física.

“La inseguridad física, que se padeció con rigor en los campos, llevó a que no se dieran procesos continuos de prueba y error que conllevan al mejoramiento productivo, como sí aconteció en las empresas de los productores urbanos”, explica.

También señala que la falta de infraestructura vial, energética, educación e inversión pública impide que el campesino pueda desarrollar una actividad rentable y competitiva. Considera que la tarea por desarrollar es muy grande.

 

Todas las variables en contra

Jorge Alberto Quintero Serrano, presidente de la empresa avícola Quinsagro S.C.A., aseveró que es muy difícil hacer empresa o cualquier negocio en la ruralidad, siendo la falta de seguridad jurídica el principal freno.

“Llámese tenencia de la tierra, usos del suelo o los embates de otro tipo de negocios que están ubicados al lado de los centros de producción de alimentos y que posteriormente, nos quieren sacar a pesar de ser soportes de la seguridad alimentaria”, agrega.

En el campo se encuentra, según su criterio, todas las variables que hacen imposible desarrollar una empresa agrícola, como por ejemplo, la falta de infraestructura pública. 

Quintero Serrano dice que los incentivos no existen y “concebir a pulso una empresa conllevan grandes inversiones extras, que afectan la rentabilidad del proyecto”.

Frente a los impuestos, dijo que los incentivos tributarios no existen, de ahí que se hubiese propuesto que los tributos para el campo fuesen del 15% y no del 33%, con el propósito de nivelar la actividad, ya que en el campo hay que construir todo. “Se tiene que arrancar desde las cometidas eléctricas hasta las vías para llegar a las plantaciones”, asevera.

El también directivo de Fenavi Santander asegura que hace unos años lo que más pesó para la creación de empresas en el agro fue la inseguridad.

Lo que enfrentan en la actualidad es la TRM (por encima de $3.000) que les impide incorporar tecnología de punta, que toda es importada.

“Preocupa en grado sumo la inseguridad jurídica, cambio de reglas de juego y legalidad de la tierra. Si por el camino le cambian a uno las reglas, esa inversión entra en el limbo y el riesgo financiero es muy grande”, advierte.

 

Cifra

70% menos de recursos tiene el Ministerio de Agricultura frente a los que se manejaban en 2014. Para el 2018 el recorte será del 28,7%.

 

Dato

Los palmeros han sentido con rigor el cambio de las reglas de juego: se impulsaron los biocombustibles y ahora se autoriza la importación de éstos.

 

Cifra

12 millones de toneladas de alimentos importa cada año Colombia, de acuerdo con los datos de la SAC. Pueden valer cerca de US$ 6.000 millones.

 

¿Sabía qué

El Gobierno nacional invertirá $50.000 millones (cerca de US$ 17,2 millones) en el mejoramiento de vías terciarias en 51 municipios afectados por el conflicto armado?

 

Dato

Según el DNP, entre 2010 y 2016 en Colombia se promulgaron 45.922 decretos, resoluciones, acuerdos y circulares oficiales. Para los expertos esta carga regulatoria entorpece la actividad empresarial.

Credito
REDACCIÓN ECONOMÍA

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