La paz al final del túnel

Afortunadamente y a lo largo del actual proceso de diálogo se han recibido propuestas y compromisos de instituciones y gobiernos en el sentido de estar dispuestos a contribuir a consolidar la paz entre los colombianos; y lo que hoy parece rebasar las capacidades del país, se convierte en soportable con el concurso de muchos.

Al terminar la Primera Guerra Mundial y tras la firma del obtuso Tratado de Versalles el economista inglés John Maynard Keynes escribió un profético ensayo que llamó Las consecuencias económicas de la paz, en el que hacía unas crudas críticas a las condiciones impuestas a Alemania por los Aliados, presagiaba lo que habría de acontecer en el inmediato futuro y avizoraba como inevitable otra conflagración orbital.

Motivo de más para tener en cuenta el formidable ensayo cuando se gestiona la paz y, sobre todo, cuando se pretende un acuerdo que no está precedido de una victoria, que de lograrse (y falta mucho para consolidarse) se conseguiría con mayores dosis de sangre, dolor y muerte.

Si, como muchos lo esperan, en esta ocasión se alcanza la paz, han de ser enormes y casi colosales los esfuerzos y las tareas que deberá emprender la nación toda para restañar las heridas, sosegar los espíritus y reconstruir la devastación de decenas de años de confrontación.

Por supuesto, que se requerirá un alto grado de generosidad y voluntad de perdón. Tal vez el esfuerzo fiscal ha de ser enorme y prolongado y, sin duda, habrá de requerirse el apoyo de muchos gobiernos amigos con sus recursos, tecnología y conocimientos. Afortunadamente y a lo largo del actual proceso de diálogo se han recibido propuestas y compromisos de instituciones y gobiernos en el sentido de estar dispuestos a contribuir a consolidar la paz entre los colombianos; y lo que hoy parece rebasar las capacidades del país, se convierte en soportable con el concurso de muchos.

Lo que no se puede dejar florecer es la idea de que todo ha de ser sencillo y rápido, pues medio siglo de confrontación y muerte no va a ser borrado con la aplicación de un bálsamo mágico sino requerirá enormes dosis de sudor y sacrificio colectivo, en el propósito de erradicar la violencia, civilizar las diferencias y compartir un territorio que es y, debe ser, de todos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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