Editorial: Lo que ha de quedar

Los ojos del mundo comienzan a fijarse en Venezuela y Colombia si finalmente acuerda la paz habrá de lidiar no solo con el largo y costoso proceso de reconciliación, sino atender lo que ocurra con la debacle económica del vecino que a más de la frontera afectará a los millones de colombianos que viven allí.

En estas mismas líneas en la edición de la víspera se hacía referencia a algunas señales preocupantes relativas a la situación macroeconómica de Colombia y se anticipaba que las autoridades monetarias, con la Junta del Banco de la República, entre ellas, que ya habían comenzado a utilizar herramientas a su disposición, seguirían haciendo uso de las mismas hasta estabilizar el escenario.

También se recordaba que existían factores exógenos sobre los que solo quedaba la opción de adaptarse, pues quedaba fuera del alcance de los protagonistas colombianos su solución. Uno de los más preocupantes es la vecina Venezuela al que todos señalan como el caso más precario de manejo económico en el mundo actual, agravado por el hecho de depender de un solo producto de exportación con precios a la baja y que ha dilapidado en sueños mesiánicos una fortuna tasada en millardos de dólares en el último decenio.

A lo anterior se suma el hecho de que las autoridades del país vecino han optado por no volver a revelar las cifras e índices de su situación económica para controlar el pánico, no tener que afrontar la situación, y, últimamente, “para hacer frente a la guerra económica”, que según Miraflores se libra para desestabilizar la revolución bolivariana.

Ante la ausencia de cifras oficiales se han conocido en la presente semana las elaboradas por el Fondo Monetario Internacional FMI y, realmente, producen escalofríos, primordialmente a Colombia tan íntimamente unida a lo que en la vecindad suceda.

Veamos algunas cifras e índices: el desempleo, que en el 2014 era del 8 por ciento, ha llegado en el presente año al 14 por ciento y se calcula que para el 2016 llegará al 18.1 por ciento, nada menos que el doble de Colombia que cerró septiembre con el 8.9 por ciento y es la segunda en ese sombrío escalafón en el hemisferio.

Si ayer se registraba la preocupación por la inflación colombiana que en año corrido registraba el 5.35 por ciento, qué se puede decir sobre el cálculo del FMI sobre la inflación en Venezuela para el 2015 que es de 158.1 por ciento y estima un inimaginable del 204.1 por ciento para el 2016.

El Producto Interno Bruto PIB también muestra un panorama desolador de una caída del 4 por ciento el año pasado, se estima que el presente cerrará con un nuevo descenso del 10 por ciento y para el 2016 se estima un panorama igual de desolador con un retroceso del 6 por ciento.

Los ojos del mundo comienzan a fijarse en Venezuela y Colombia si finalmente acuerda la paz habrá de lidiar no solo con el largo y costoso proceso de reconciliación, sino atender lo que ocurra con la debacle económica del vecino que a más de la frontera afectará a los millones de colombianos que viven allí.

REDACCIÓN EDITORIAL

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