Editorial: Con fondo religioso

Sin embargo, los rescoldos del levantamiento siguen vivos pues domingo y lunes todavía había algunos cantones militares que se mantenían en rebeldía, lo que incide en la incertidumbre que cubre esta estratégica región del planeta.

La volátil situación del Medio Oriente vuelve a concentrar los ojos del mundo. La férrea mano del presidente turco Recep Tayyip Erdogan fue puesta a prueba por cuenta de un levantamiento liderado por una fracción del ejército que intentó tomarse las calles y el poder utilizando las armas.

No contaban los insurrectos con la respuesta popular que inmediatamente salió a las calles, desafió los tanques, los aviones y helicópteros a pedido del Presidente que se encontraba de vacaciones en el sur del país y se comunicó con sus adeptos por medio de las redes sociales.

La sublevación puso en alerta al mundo dada la condición estratégica de ese país que es la bisagra geográfica, política y religiosa entre Europa y Asia y que puede inclinar la balanza hacia una de las facciones en esa disputa cultural y religiosa que se libra en esa región del mundo.

El saldo trágico no se ha mensurado del todo pero las cifras oficiales hablan de casi 300 muertos. Las retaliaciones no se han hecho esperar: más de seis mil uniformados han sido detenidos, así como cuatro mil policías encarcelados y ocho mil suspendidos y un número similar de jueces y funcionarios judiciales hechos prisioneros. Con una actitud muy propia de su talante Erdogan ha amenazado con reimplantar la pena de muerte para los líderes de los insurrectos, a pesar de que esta decisión le puede significar a su país el bloqueo en su acceso a la Unión Europea.

De otro lado, el Presidente ha señalado a un clérigo musulmán establecido en Estados Unidos como instigador del golpe y ha reclamado al gobierno de Obama la entrega del acusado sin siquiera aportar la más mínima prueba de la complicidad del religioso. La arrogante actitud de Erdogan indica que hay algunas fisuras en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía que se hacen más pronunciadas por la prohibición del gobierno de Ankara de utilizar la base aérea desde la cual se realizan los ataques con aviones y drones estadounidenses contra el Dáesh y sus partidarios, tanto en Siria como en Iraq.

La respuesta popular contra los sediciosos muestra a las claras el componente religioso de los seguidores de Erdogan. Sin embargo, los rescoldos del levantamiento siguen vivos pues domingo y lunes todavía había algunos cantones militares que se mantenían en rebeldía, lo que incide en la incertidumbre que cubre esta estratégica región del planeta.

REDACCIÓN EDITORIAL

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