Editorial: Precauciones imprescindibles

Es menester que las autoridades y las comunidades a las que, se supone, van a beneficiar con los escasos recursos, se pongan al frente de sus intereses e impidan el derroche y el desperdicio estableciendo claras prioridades y determinando cuáles son las verdaderas necesidades cuya solución permita labrar un mejor futuro.

Para evitar equívocos y dentro de los procesos pedagógicos que deben llevarse a cabo en los períodos previos y posteriores a la refrendación popular de los acuerdos de paz con las Farc es oportuno que quienes asuman esa tarea insistan en que una cosa son los programas y recursos a emplear en la reconstrucción de las regiones afectadas por la guerra y, otros, distintos los correspondientes a los planes de desarrollo de los diferentes gobiernos que han de venir.

La advertencia viene a cuento por razón de que, desde hace meses, ya están comenzando allegar los recursos extranjeros y nacionales que han de ser empleados en la consolidación de la paz y las reparaciones a personas afectadas y territorios deteriorados, pues no se pueden repetir errores del pasado ni dilapidar lo que urgentemente se necesita, al dilapidarlo en manos improvidentes o aviesas.

El contacto con las diferentes comunidades afectadas y la consulta al material bibliográfico acumulado a lo largo de los varios conflictos y desastres naturales del pasado enseñan que las prioridades, necesidades y afectaciones no son comunes a lo largo y ancho de la geografía nacional y, por la misma razón, no puede dárseles a sus soluciones un tratamiento igual. Por supuesto, que esa circunstancia hace la tarea más compleja, pero como ya se ha enunciado no se pueden repetir costosos errores del pasado.

Por cierto, sería criminal que los recursos se dilapidaran en asuntos que nada le aportan a la solución de los problemas y como ya comienzan a proliferar las gorras, los chalecos, los folletos abstrusos que nadie lee y solo sirven para el reciclaje, las tazas con lemas motivacionales y los esferográficos, lápices y bolsas que se han convertido en elemento común de una reconocida fauna que lo mismo sabe de ecología, solución de conflictos, elaboración de encuestas y llenado de las mismas en un café bogotano y supervisión y diseño de obras públicas, es menester que las autoridades y las comunidades a las que, se supone, van a beneficiar con los escasos recursos, se pongan al frente de sus intereses e impidan el derroche y el desperdicio estableciendo claras prioridades y determinando cuáles son las verdaderas necesidades cuya solución permita labrar un mejor futuro.

No se puede perder tiempo ni asistir impasibles a la nueva invasión de los abusadores.

REDACCIÓN EDITORIAL

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