Corrupción: la plaga que frena el desarrollo en Colombia

La corrupción en Colombia tiene frenado el desarrollo. Pensamos que hoy cada colombiano tendría mejores posibilidades económicas y mejor calidad de vida, si las administraciones públicas no se hubieran convertido en el desangradero de miles de millones de pesos que se habrían podido invertir perfectamente en educación y salud.

Hicieron carrera en Colombia, especialmente en el sector público, frases como “uno gobierna con los amigos”, “cvy o mejor: cómo voy yo”, “dime quiénes te financiaron tu campaña y te diré quienes serán tus consentidos en la administración”. Son muchas más, que reflejan, claramente, los vergonzosos niveles de corrupción a los que ha llegado el país.

Según la Corporación Transparencia por Colombia, que acaba de revelar el tercer informe denominado Monitor Ciudadano de la Corrupción, esta práctica perversa ha degenerado en la pérdida de $17,9 billones; es decir, la mitad del presupuesto que el Gobierno nacional invirtió en educación en el año 2018. Un cifra que a pocos les cabe en la cabeza -bueno a los corruptos sí-, que mina la confianza de los ciudadanos en el Estado, promueve la exclusión social, debilita la democracia y lo que es peor: es el principal obstáculo para avanzar en el desarrollo sostenible de todas las regiones de Colombia.

Educación, salud e infraestructura son los sectores más afectados por las prácticas corruptas, que según Monitor Ciudadano se presenta, principalmente, en el sector estatal. Cuando hablamos de sector estatal no se salva ningún estamento gubernamental; aunque el fenómeno se acentúa, particularmente, en los municipios. De ahí que muchos de ellos, registran altos niveles de pobreza y miseria.

El Programa de Alimentación Escolar, PAE, se convirtió en un verdadero ícono de la corrupción en Colombia. Carteles de esa modalidad, “desaparecieron la bobadita” de 84 mil millones de pesos en cuatro años. Todavía recordamos, con rabia contenida y vergüenza ajena, las pechugas de $40 mil que suministraron en Santander, mientras que miles de niños pobres de otras regiones no tuvieron acceso al programa por falta de más recursos.

Refiere Transparencia por Colombia que las modalidades de actuaciones indecorosas contra la administración pública cometidas, principalmente por servidores públicos son: peculado, celebración indebida de contratos, falsedad en documento público y concierto para delinquir. Esta lista nos pone inmediatamente a pensar, por ejemplo, en el fallido contrato para traer a Carlos Vives a Ibagué en el próximo mes de junio. A la luz de juristas, el Gobierno de esta capital pudo haber incurrido en celebración indebida de contratos. Sobre el tema, hasta ahora la Alcaldía ha optado por guardar silencio.

El cerco a la corrupción sólo se logra como en Dinamarca, declarado por Transparencia Internacional como el país menos corrupto del planeta, con un verdadero compromiso del sector gubernamental, con ciudadanos mejor informados, con medios de comunicación cada vez más críticos y con organismos de control menos amanuenses con estas prácticas. Un buen comienzo habría sido aprobar la consulta anticprrupción que logró más de 11 millones 600 mil votos, pero muchos se atravesaron. Sanas razones tendrían.

REDACCIÓN EDITORIAL

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