El resurgir de la violencia política

En manos del Estado, en manos de las autoridades está no permitir que esos momentos turbulentos de nuestra historia se repitan. La advertencia está ahí, latente, y de nada sirven voces de solidaridad después, como pasó con Karina en Suárez, por hechos que se pudieron evitar.

La masacre de Karina García Sierra y su equipo de actividades proselitistas estremeció al mundo político y a la opinión nacional.

Karina adelantaba su campaña rumbo a la Alcaldía de Suárez, en el Cauca, y ya había denunciado amenazas; incluso, en un reciente Consejo de Seguridad se había advertido del peligro que corría por cuenta de sus denuncias y de la denominada propaganda “negra” a la que ella misma hizo referencia en uno de sus últimos videos publicado en sus redes sociales.

Desde la salida de las Farc, tras los Acuerdos de Paz, diferentes grupos al margen de la ley se disputan el control territorial de una región estratégica en el cultivo, el tránsito y la comercialización de sustancias de uso ilícito. Esos grupos armados tienen marcada influencia entre los habitantes de esa región del Norte del Cauca, lo que parece ser un secreto a voces.

Registros de la Misión de Observación Electoral MOE dan cuenta que entre el 27 de julio y el 2 de septiembre de este año, se han presentado 24 hechos de violencia política: Cinco asesinatos, un atentado, un secuestro y 17 amenazas, en Cauca, Sucre, Bolívar, Antioquia, Arauca, Magdalena, Valle del Cauca, Boyacá, Chocó, La Guajira, Norte de Santander y Risaralda.

En El Tolima, según el más reciente Consejo de Seguimiento Electoral, se conocieron 14 denuncias de supuestas amenazas a candidatos. En ese mismo sentido, la Defensoría del Pueblo manifestó su preocupación por los municipios del Sur del Tolima.

En 2003, cuando también se cumplía el proceso electoral regional, el Tolima vivió la más cruenta ola de intimidación y asesinatos contra candidatos políticos. En manos del Estado, en manos de las autoridades está no permitir que esos momentos turbulentos de nuestra historia se repitan. La advertencia está ahí, latente, y de nada sirven voces de solidaridad después, como pasó con Karina en Suárez, por hechos que se pudieron evitar.

REDACCIÓN EDITORIAL

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