“A la música le debo lo que soy”, Fabián Castro

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
El músico y pastelero chaparraluno, Fabián Castro, conocido como ‘El tigre’, le contó a EL NUEVO DÍA sobre su primer acercamiento a la música, el porqué decidió no ser sacerdote, las experiencias que más lo marcaron al lado de su agrupación Dafne Marahuntha y su amor por su familia y la docencia.

¿De dónde nació ese interés por ser músico?

Surgió de la necesidad de explorar otros campos del conocimiento, me hice músico a partir de la sustracción de una guitarra y de un método de guitarra de un colegio. En otras palabras me los robé, y lo hice porque no tenía la manera de cómo acceder a un instrumento o a un manual. Después de una presentación los devolví.

¿Cómo aprendió a tocar los instrumentos?

Aprendí dibujando en unas cartulinas las notas y estudiándolas; ese fue mi primer acercamiento, luego empecé a escribir canciones basadas en la cotidianidad, y funcionaron. Ahora felizmente vivo de la música.

¿Qué oportunidades le abrió la música?

Me hice Licenciado en Artes a partir de la ella, estudié en el Conservatorio, realicé una Maestría en Pedagogía y Mediaciones Tecnológicas, y todo lo que he estudiado es porque la música me ha dado la posibilidad de estar ahí, a la música le debo lo que soy.

Retornando a ese tiempo de juventud, ¿cuáles eran sus bandas favoritas?

Pues imagínese que iba a ser cura, estudié Filosofía en el Seminario y tenía una grabadora Silver que me regalaron en donde grababa la Superestación, en ese momento salía música de Los Pericos, Los Fabulosos Cadillacs, Los Aterciopelados, La Maldita Vecindad y más agrupaciones que estaban sonando, y era toda esa ola de fusionar los ritmos caribeños con la música latina.

¿Cómo es eso que iba a ser sacerdote?

Llegué al Seminario porque precisamente no había recursos para estudiar algo de carácter universitario y en mi casa difícilmente se llegaba a un quinto de primaria o a un bachillerato, era muy complejo. A mí siempre me inculcaron que había que ser una persona distinta, no sé qué tan positivo es para la sociedad, pero para mí es muy importante forjar un ser diferente.

¿Cómo fue esa experiencia en el Seminario?

Allá me abrieron la cabeza con la Filosofía y me cambiaron el chip de todo lo que llevaba para ser cura. Me pusieron a reflexionar y en eso me dediqué a hacer música y mantenía todo el tiempo fuera del Seminario, además no tenía pinta del seminarista clásico. Entonces llegó un momento en que me tocaba hacer unos votos y me dijeron: ‘bueno para que pase a la Teología necesitamos que usted se encause otra vez, o es el sacerdocio o la música’. Para mí se podían hacer las dos cosas al tiempo, pero en ese momento me pusieron a elegir y decidí la música.

¿Es verdad que se escapaba del Seminario para ir a ver sus bandas favoritas?

A mí me dicen que soy un espíritu muy rebelde dentro de lo que hago porque no soy conformista; pero perdí trabajos, me escapé y tuve bastantes situaciones por ir a ver a Caifanes o por ver Los Aterciopelados; entonces no me importaba nada. Arrancaba a las 4 de la mañana y cruzaba una cancha de fútbol con unos perros y alambradas, y salía con una guitarra en el brazo y me iba para los conciertos.

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¿Por qué le dicen 'El tigre'?

Por unos amigos de Bogotá, porque tuvimos por ahí una situación de un robo de una cadena y me tocó ‘voltear’ con los dos asaltantes para recuperarla, y pues nadie más quiso ‘voltear’, así que me tocó a mí recuperarla. A partir de ahí me dicen tigre, por la manera como afronte la situación.

Y en ese momento ¿quién le dio más duro a quién?

Pues la Policía al final les decía: ‘si los volvemos a ver robando les vamos a echar este tigre para que les vuelva a dar la muñequera’.

Antes de Dafne, ¿estuvo en otras agrupaciones?

Sí, antes tuve una banda en donde empezamos a hacer el ejercicio de los cover. Ese nombre era bastante peculiar, y uno dice a estas alturas: 'Carajo como le pusimos un nombre de esos a una banda', la nombramos dizque ‘Lana Púbica’. Quien presentaba no le gustaba decir ese nombre porque era muy sugestivo y después de eso nos venimos para Ibagué, con el baterista y guitarrista y formamos Dafne Marahuntha.

¿Qué es lo más loco que ha hecho?

Con Dafne hubo muchas situaciones complejas; por ejemplo haber ido a Rock al Parque por primera vez como banda, además era la primera vez que invitaban a una agrupación de música alternativa del Tolima al Festival. Éramos unos chinos que apenas llevábamos dos o tres años con la banda , estando allá hicimos y deshicimos en ese hotel; además estábamos compartiendo piso con Molotov, Café Tacuba, Julieta Venegas, que era lo que uno escuchaba en ese momento.

Usted se ha caracterizado por tener un hogar unido ¿Cómo se llama su esposa? Y ¿cuánto llevan juntos?

Sonia Patricia Rada, llevamos 19 años juntos y felices en unión libre.

¿Cómo se conocieron? y ¿Cómo han hecho para permanecer tanto tiempo?

Nos conocimos en Chaparral en una venta de empanadas y masato, yo le ayudé a vender ese día. Ella es de allá, de una familia muy tradicional. Como toda relación hemos tenido altos y bajos pero somos un gran equipo, eso es lo más importante, que aprendimos a estar unidos en las buenas y en las malas.

¿Qué lo enamoró de ella?

Que le gustaban las cosas que yo hacía y lo que yo era. Somos tan distintos que nos enamoramos de eso, ella es mi polo a tierra y yo soy la locura en sus días de cotidianidad. Encajamos muy bien.

¿Ella fue musa en las canciones?

Sí, obviamente tiene que ver con la mayoría de las canciones, y mi hija también.

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¿Cómo se llama su hija?

María Paula Castro Rada, tiene 17 años y arrancó su vida universitaria, se encuentra estudiando Licenciatura en Lenguas Extranjeras en Bogotá, en la Universidad de La Salle.

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Por otro lado, ¿Qué experiencia significativa lo ha marcado?

Poder ir al Buen Pastor y tocar allá, llevar alegría y romper por un momento las rejas con música; descubrir que una hora y 30 minutos de una actividad distinta puede cambiar a un individuo. Pero también es conmovedor volver y dejarlas allá.

¿Conoció alguna historia o un testimonio?

En ese tiempo tenía dreads y hubo una señora que se acercó y empezó a acariciarme el cabello. En ese momento la guardia de una vez como que toma medidas en el asunto, y se acercó y le dijo: 'usted sabe hasta qué punto llegar, no se vaya a sobrepasar con él'. La señora me preguntaba acerca del cabello, cómo hacía para peinarme, bañarme, cómo lo tejía, y le respondí las preguntas. Después me dijo una de las guardianas: 'sabía usted que esa señora ha tenido cuatro maridos y que los ha matado, y parece que usted le gustó por el cabello y demás'. Queda uno sorprendido.

¿Por qué la decisión de cortarse el pelo?

Me cansé, yo estuve 10 años con los ‘drelos’ y ya estaban muy largos, era muy difícil dormir, se sentía mucho peso en la cabeza y ese pelo no se puede bañar todos los días, era muy complejo mantener un cabello así (…) Un día amanecí con las ganas de que el agua me bajara por la cabeza y que era normal, y nada usé tijeras y no entraron, entonces cogí un bisturí industrial y me corté la raíz y después fui a la peluquería.

¿Qué lo hace feliz?

Los escenarios, pero también me hace feliz mis espacios cuando soy Fabián Castro, y no tengo que ser ‘el tigre’, aunque cuando me toca serlo y lo pongo todo, lo disfruto. El arte me hace muy feliz y la docencia porque considero que soy un maestro distinto, de las nuevas generaciones que no importa si tienen tatuajes o perforaciones, pero que buscan que los chicos piensen en construir algo positivo en torno a la sociedad y que sean ellos mismos, que no se preocupen por una nota, más bien por ser individuos transformadores.

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¿Cuál es el mayor temor de Fabián?

Perder en un momento determinado el cariño por la música, volverse uno cotidiano. Sentir que todos los días pasan iguales y no haya una situación de sorprenderse; por eso busco todos los días renovarme, amanecer con una dinámica en donde me pueda llenar de muy buena energía.

Ahora que también es pastelero ¿cómo le ha ido con eso?

Sí, tengo un taller de repostería que se llama ‘Cupcakes alucinantes’. El arte me sirve para crear buenas obras comestibles, a veces hay pedidos y me voy para el taller a organizarlos.

¿De dónde surgió el interés por la pastelería?

Estaba trabajando en 'También caerás' y de un momento a otro me tocó llevarme a la niña y tenerla dos días allá, entonces no tenía tiempo. Allá es grabar de seguido esos programas, entonces la metí en un curso de eso, donde la recogían, la llevaban y le daban el almuerzo. Después ella quiso a venir a hacer lo que le dijeron en el curso, y me puso a conseguir moldes, harinas y todo. ‘Cacharreamos’ la pastelería hasta que dimos un momento con el chiste de que sabía rico, ella se llevó sus productos para el colegio y vendía antes de clase. Empezó a conseguir su dinero.

¿Cómo pasó a ser microempresa familiar?

Porque ella empezó a vender más, y llegó un momento en el que ya la venta se creció y empezaron a pedir. Entonces nos metimos en el cuento de las tortas, y esa pastelería es una caja menor chévere.

¿Qué es lo que más le gusta hacer en la pastelería?

El diseño, soy muy bueno diseñando por la parte de arte, entonces vestir las tortas y hacer un Superman o un Mario Bross, o un escudo de Batman o de un equipo, me va muy bien con eso.

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En cuanto a la música ¿Están trabajando en alguna producción discográfica?

En este momento la dinámica del mercado musical exige que hayan sencillos, porque no es fácil lanzar un disco y a la semana sea viejo, (…) Estamos trabajando el disco, con diez personas a nivel nacional que están en todos los campos pendientes. Y estamos terminando de desarrollar principalmente el sencillo 'solo quiero', el disco se va a llamar: ‘disco tigre’.

Credito
EL NUEVO DÍA

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