“Cuando me vi enfrentada al cáncer mi vida cambió”

LINA FONSECA - EL NUEVO DÍA
Dalila Rocío Castro Barrios, Mujer Cafam Tolima 2019, fundadora desde hace 12 años del hogar de paso Prodihogar y programadora de Tolima Fm Stéreo desde hace 35 años, le contó a EL NUEVO DÍA las batallas más difíciles que ha tenido que afrontar, como el cáncer y la pérdida de su hermano.

EL NUEVO DÍA: ¿Hace cuánto tiempo vive en Ibagué? y ¿cómo llegó?

Dalila Rocío Castro Barrios: Estoy en la ciudad hace más o menos 40 años. Me vine a estudiar a la Universidad del Tolima y no pude terminar la carrera, (…) Así que hice cursos de contabilidad.

E.N.D.: ¿Cuántos años tenía cuando llegó a Ibagué?

D.R.C.B.: Tenía 22 años. Me quedé aquí y he sido feliz, he trabajado en lo que me ha gustado, formé un hogar, tengo a mi hija y a mi familia cerca.  Ahora con lo de la Fundación tengo todavía más raíces en Ibagué. 

E.N.D.: ¿Qué carrera inició en la Universidad del Tolima?

D.R.C.B.: Empecé Agronomía aunque siempre quise estudiar Odontología pero en esa época era algo inalcanzable; mis padres me dijeron que no me podían seguir sosteniendo, así que conseguí trabajo en la emisora y yo misma me pagué la carrera de Licenciatura en Educación Preescolar. Soy graduada de la primera promoción de la Universidad Antonio Nariño. 

E.N.D.: ¿Cómo resultó en la radio?

D.R.C.B.: Una vez me dijeron que iban a abrir una emisora de fm en Ibagué, como a mí me gusta la radio me fui a buscar al Centro Comercial Combeima y encontré que abrirían Tolima Fm Stéreo.

E.N.D.: ¿Siempre fue su pasión estar en la radio?

D.R.C.B.: Sí, apenas me dijeron lo del puesto en la emisora fui y entregué mi hoja de vida, como entre 18 aspirantes que nos presentamos, me eligieron a mí. Tenía 24 años cuando comencé, entré como técnico de audio y después me enseñaron a grabar. Gustavo me dijo que necesitaba alguien que programara la música y él empezó a darme las pautas. 

E.N.D.: ¿Cuál es el recuerdo más grato que tiene de todos estos años en Tolima Fm Stéreo?

D.R.C.B.: Han sido muchos, sobretodo conocer tanta gente que ha pasado por allí. Tengo la satisfacción de saber que les enseñé a muchas personas mis conocimientos, además de recordar la familia en que se convirtió la emisora, todos los que llegaban ahí eran más amigos que compañeros. 

E.N.D.: ¿Cómo surgió la idea de crear Prodihogar?

D.R.C.B.: La fundación nació a raíz del cáncer que me diagnosticaron hace 19 años, iba al Federico Lleras a realizarme la radioterapia y veía casos de personas que dormían en la terminal o en el corredor y andenes del Hospital para al otro día hacerse los exámenes. Así que me uní con Carlos y Armando,  les planteé el proyecto y me apoyaron. 

E.N.D.:  En todos estos años en Prodihogar, ¿cuál ha sido la experiencia que más la ha marcado?

D.R.C.B.: Muchas, tristemente todas dolorosas. Por ejemplo el caso de don Guillermo que vino de Coyaima, él tenía un cáncer terrible en la cara. Recuerdo que cuando fui a verlo un 20 de julio, llamé a mi hermano Daniel llorando y le dije: ‘No puedo más’ y casos de varios pacientes que han formado parte de Prodihogar, que uno los ve todos los días y después se tienen que ir para la casa a morir porque no hay nada que hacer. 

E.N.D.: Y ¿experiencias bonitas en Prodihogar?

D.R.C.B.: El día que nos entregaron la casa, porque vivíamos en La Francia en una ‘casita’ de un primer piso con dos habitaciones, un baño y cocina. Un comerciante de buen corazón que nos vio en la incomodidad compró la casa, la remodeló y nos la entregó. Fue muy bonito saber que teníamos algo y no nos iban a echar. 

La enfermedad 

E.N.D.: Otra de sus grandes batallas fue el cáncer, ¿cómo hizo para enfrentarlo?

D.R.C.B.: Mi familia fue un gran apoyo. Recuerdo que mi hermano Fernando me rapó la cabeza cuando se me empezó a caer el cabello y me compró unas pañoletas. Él era especial con todos, amplio en todo sentido.

E.N.D.: ¿Recuerda cómo le dieron la noticia de que tenía cáncer?

D.R.C.B.: Sí, a mí me salía un ‘agua sangre’ por el pezón y nunca le puse cuidado. El papá de Sara me dijo que eso no era normal que me hiciera una mamografía. Me la hicieron, salieron papilomas y me los sacaron. Después fui con la biopsia donde el doctor y se la mostré, me dijo: ¿Usted vio la biopsia?, le contesté que no.

Me dijo: Siéntese, la biopsia no salió buena, tiene un carcinoma in situ; eso tiene un buen apellido, lo que quiere decir que está en el sitio y no se ha movido. 

E.N.D.: ¿Qué pasó en ese momento? 

D.R.C.B.: Sentí que el mundo se me derrumbaba y lloré. Llamaron a mi hermano, el que falleció y él fue con la esposa y lloraron. Esa noche me le arrodillé a Dios como a las 3 de la mañana y le dije: ‘Tengo cáncer pero sé que tú me vas a sanar y me vas a dar la fortaleza para enfrentar lo que venga’. De ahí en adelante nunca más volví a derramar una lágrima.

E.N.D.: ¿Cómo fueron esos primeros meses?

D.R.C.B.: De zozobra porque era encontrar un oncólogo que estuviera afiliado a mi EPS y que quisiera verme de una vez. Como las citas estaban lejanas nos tocó buscarlo y pagarlo particularmente, él me puso en contacto con el doctor que me iba a hacer la mastectomía y con el que me iba a hacer la reconstrucción.

También fue el proceso de las quimioterapias, vómitos, escalofríos, desgano, la caída del cabello y todo ese proceso. Pero como estaba rodeada de personas que me querían y que estaban pendientes, nunca me dio pena salir a la calle calva o flaca. 

E.N.D.: ¿Cómo la cambió el cáncer?

D.R.C.B.: Totalmente. Antes era una mujer amargada, soberbia, que le encontraba las cosas malas a todo, pero cuando me vi enfrentada al cáncer mi vida cambió.  Me di cuenta que yo no era infalible, que me podía morir y que era igual que cualquier otra persona. 

E.N.D.: ¿Qué considera que le falta por hacer?

D.R.C.B.: Considero que cuando uno está trabajando, sirviendo a los demás, eso nunca termina. Dicen que uno tiene que tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro, pienso que me falta sembrar el árbol porque afortunadamente, creo que lo he hecho todo en la vida. Estoy terminando de escribir las memorias de mi familia para que algún día mi hija, sobrinos y nietos sepan de dónde vienen y sus raíces.

La familia

E.N.D.: Tiene una hija de 24 años, ¿cómo se llama?

D.R.C.B.: Sara Lucía, ella fue primordial para salir adelante y mis hermanos, ellos fueron pieza fundamental.  
 

E.N.D.: ¿Cómo fue la crianza de ella?

D.R.C.B.: Soy madre soltera, el papá de Sara no quiso saber nada de nosotros, pero salí adelante con ella. Después el papá la conoció y empezó a formar ese lazo de padre e hija. Le dio lo que ella necesitaba, económicamente nunca le faltó nada. 

E.N.D.:  ¿Le hubiera gustado tener más hijos?

D.R.C.B.: Claro que sí, me hubiera gustado tener otro, pero luego de la quimioterapia fue imposible porque le dan a uno unos medicamentos para que el organismo no produzca estrógenos ni nada de eso.

E.N.D.: Después del papá de Sara, ¿se volvió a enamorar o a abrir las puertas de su corazón a otra persona?

D.R.C.B.: Duré muchos años que no salía con nadie porque siempre tenía el temor de que alguien viniera a mi casa a meterse en la relación de las dos o de pronto faltarle el respeto a mi hija. Sin embargo, hace unos años conocí a un extranjero con el que empecé una relación, es bueno, generoso y me apoya mucho. 

E.N.D.: ¿Tiene mascotas?

D.R.C.B.: Tito, mi perro. Fue un regalo del cielo porque lo encontramos en la calle, estaba con una bronconeumonía terrible, ese día me acerqué a acariciarlo y me dio la ‘manito’, ahí me conquistó. Lo llevé a una veterinaria, estuvo hospitalizado y cuando me lo entregaron me lo traje para la casa. 

E.N.D.: ¿Cómo fue su niñez?

D.R.C.B.: Nos criamos muy seguido con mis hermanos: Daniel y Fernando, quien falleció hace dos años. Vivíamos en el campo y jugábamos a Batman y Robin, nos mecíamos en los columpios que mi mamá nos hacía en los árboles y nos recreábamos en los cafetales.

E.N.D.: ¿Cómo afrontó la pérdida de su hermano?

D.R.C.B.: Perdí a mi papá y a mi mamá, pero algo de lo que no me repongo fue la muerte de mi hermano. No concibo que un hombre tan bueno como él se haya muerto dejando tantos sueños por realizar, trabajó, estudió tanto y nunca pudo recibir el cartón de Doctorado; no pudo ver a su hijo graduado ni en la Universidad, son como las contradicciones de la vida. Todavía no he superado la muerte de él. 

E.N.D.: ¿Qué recuerdos bonitos tiene con él?

D.R.C.B.: Le encantaba la navidad, desde octubre empezaba a hablar de eso. Venía y con mi papá se tomaban un vino todos los fines de semana. Era un hombre muy generoso y familiar. 


Credito
REDACCIÓN SOCIALES

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