La modernidad se come nuestro patrimonio

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Se podría decir que son contadas las casas que permanecen en pie y que se resisten a ceder ante el persistente vacío jurídico y los intereses comerciales. Vigías y expertos piden celeridad.

La belleza y la elegancia que antaño revistieran la mayoría de los barrios La Pola y Belén se ha hecho opacar, rápidamente y sin reparo, por altísimas moles que cada vez más amenazan con borrar del mapa aquel sector que en un tiempo se enorgulleciera de sus casas republicanas y coloniales.

Peor aún es encontrar que no existe una normativa por la que se garantice el cuidado de dichas estancias que han sido inspiración y sosiego, y que esta ‘salvación’ depende de la actualización tan discutida y demorada del Plan de Ordenamiento Territorial (POT).

Y todo porque el clamor popular parece enmudecer ante los explosivos intereses económicos de los grandes constructores, muy al pesar de los conceptos urgentes de expertos, de las pequeñas acciones, de los grandes y ambiciosos proyectos surgidos de la academia...

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Recientemente se ha conocido propuestas desde las universidades Antonio Nariño y Del Tolima para conservar el patrimonio arquitectónico, dirigidas y asesoradas por los expertos César González, Mario Fernando Cifuentes y José Alejandro Ojeda.

Esta es la inquietud

La reciente demolición de una elegante vivienda en la carrera Tercera 7 - 40, ya fuera por un pleito de dueños o por estar en amenaza de ruina, revivió esa preocupación por salvar lo que a la tradición se refiere, como lo sugiere el vigía de Patrimonio Jaime Preciado.

“Hay sitios importantes en la ciudad para preservar lo que hace parte de la historia. Esto nace porque el barrio La Pola es de los de mayor tradición, y algunas de esas casas merecen ser conservadas, porque su fachada es muy hermosa”, considera.

Una de las fallas persistentes es, en su concepto, que además de la carencia legal antes referida falta esa unión de voluntades ya sea entre vigías, la Sociedad Tolimense de Arquitectos o una asociación que se enfatice en el patrimonio.

“Sí sería interesante tener el apoyo para que con la anuencia de las personas de la sociedad civil y gremios e instituciones se hiciera un análisis sobre lo que se puede hacer para frenar esas demoliciones de casas que deben ser rescatadas”, puntualiza.

Gracias o ‘por desgracia’ a esto, la ciudad es un caso atípico, de acuerdo con la arquitecta María Elgue Rincón, asesora de la Curaduría Uno, en vista de que “el patrimonio cultural, histórico y arquitectónico debería ser una de las riquezas más grandes de los territorios”.

Con esto se recuerda cómo en 2006 el Tribunal Administrativo del Tolima accedió a declarar exequible una demanda por la que se ‘echaba abajo’ unos artículos del POT que hablaban de proteger los barrios La Pola, Belén, Cádiz e Interlaken.

“Con tan mala suerte que no hubo algún doliente que peleara la norma (…). Hasta que haya un nuevo POT y se establezca una nueva normativa, vamos a seguir teniendo el problema de ver que lo antiguo de nuestra ciudad es vetusto, viejo y anticomercial y que debe demolerse”, asevera.

¿‘Patadas de ahogado’?

Según la experta, “siempre hemos peleado desde la SCA (Sociedad Colombiana de Arquitectos) y diversas instancias por que esa condición pueda conservarse, sin embargo solo los cuatro inmuebles de patrimonio nacional siguen protegidos”.

Lo mismo parece estar ocurriendo desde las universidades, desde donde se han gestado propuestas recientes de conservación y restauración de estos bienes de interés arquitectónico, pero que parecen quedar así: solo en ideas académicas.

“Se hace ejercicios académicos de cómo debería conservarse o cambiarse de uso para que sea rentable, pero de ahí no pasa; si hubiese voluntad política, el Municipio los tomaría en cuenta”, dice el arquitecto César Augusto González, director de Arquitectura de la Universidad Antonio Nariño.

Uno de los sectores más afectados, en su opinión, es el parque Centenario, porque “la falta de voluntad política terminó casi destruyéndolo: los torreones lo encerraron y ahogaron y no le han permitido esa vida urbana. Es un patrimonio muy lindo”.

“Es la única arma”

Del Acuerdo 116 de 2000 se debe pasar urgentemente a un POT actualizado y que reglamente el cuidado de esta histórica zona, es el consenso entre los arquitectos González y Manuel Medina, este último curador Uno de Ibagué.

“Lo primero que debe hacer el POT es reconocer esas edificaciones y dejar claro las intervenciones que se puede hacer”, explica el profesional, y menciona como ejemplos el edificio Urrutia, la Gobernación, la Alcaldía, el Edificio Nacional (la Dian) y las iglesias.

Y añade: “Lamentablemente no ha sido claro el POT en qué se puede implementar en estos predios considerados como de especial interés arquitectónico, lo que abre la posibilidad de que sus propietarios efectúen diferentes intervenciones, algunas fuera del marco de la ley”.

Por otra parte, recuerda que las cuatro edificaciones que están a salvo de cualquier modificación por ser declaradas como Bien de Interés Cultural nacional son el Panóptico, el Claustro de San Jorge, el Teatro Tolima y la Sala Alberto Castilla.

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La mayoría de las viviendas en riesgo se ubica en las carreras Primera, Segunda, Tercera y Séptima, con calles Sexta, Séptima, Octava y Décima.

Credito
HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZ

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