El pasado 31 de diciembre, sobre las 12 de la noche, la ibaguereña Valentina Martínez Trujillo despidió en compañía de su familia, tal vez uno de los mejores años de su corta vida, gracias al talento innato que posee para el motociclismo.

Y no era para menos, en 2015, según su padre, Mauricio Martínez, la deportista de apenas 12 años de edad se adjudicó cerca de 140 trofeos, obtenidos en competencias desarrolladas en distintas zonas del país, incluso algunas muy alejadas de la Tierra Firme, como por ejemplo Cesar.

El más importante para ella, sin lugar a dudas fue el conseguido en el Campeonato Occidental del Valle del Cauca, certamen considerado esquivo para los velocistas del Tolima.

La denominada ‘Chica Pink’, por su reconocida y pintoresca indumentaria rosada, llegó con el objetivo de ubicarse al menos entre los cinco primeros puestos, pero terminó campeona. Fue la cereza en el pastel para el cierre del año.

Acelera buscando recursos

Valentina Martínez Trujillo es algo tímida ante los medios de comunicación, pero cuando se trata de conseguir dinero para competir en algún torneo de motovelocidad, saca a relucir su ‘parla’ con el objetivo de reunir fondos. 

Lo hace como promotora de venta de lasañas, las cuales según su padre “se agotan como pan caliente, a veces no alcanzamos a cubrir la demanda que ella genera con amigos y conocidos”. 

Además, comercia dulces, manillas y hasta gorras. Todo sea por poder correr y buscar los primeros puestos de los podios. 

“Lo hago porque a la motovelocidad la estigmatizan con el vicio y las malas personas. Entonces eso no permite que las empresas se interesen en patrocinar. Ojalá esa imagen negativa se pueda cambiar pronto, pues el sacrificio es enorme para poder representar a la región. 

Acá todo es para fútbol y los mismos deportes de siempre. Creo que los dirigentes locales y departamentales deben levantar la mirada y darse cuenta que en otros campos también se puede invertir y ganar publicidad. Yo me comprometo a cumplirles con podios”, sostuvo. 

Sueña en grande

“Fue un 2015 excelente desde todo punto de vista, pues gracias a Dios se cumplieron las metas que nos habíamos trazado, incluso las que se veían muy complicadas”, sostuvo Valentina Martínez.

Y agregó: “Esto me permite tener ilusiones con cosas que parecen imposibles, pero que al final no lo son, si uno se empeña y esfuerza al máximo. Por ejemplo, sueño con llegar al Campeonato Mundial”.

El potencial lo tiene para alcanzar esa larga meta, pero no dependerá exclusivamente de ella, teniendo en cuenta que en su disciplina las exigencias económicas son muy altas, y en su hogar las posibilidades de ofrecerle todo lo que necesita son escasas.

“Yo tuve que renunciar a mi trabajo para dedicarme por completo a ella en lo que tiene que ver con los entrenamientos y el cuidado de las motos. Afortunadamente mi mamá nos permite vivir a su lado sin pagar arriendo, y también nos colabora con la comida. La situación es difícil”, comentó el papá.

Sin embargo, todos hacen un esfuerzo enorme de conseguir así sea lo justo para que pueda competir y dejar en lo más alto los colores Vinotinto y Oro, así como aconteció durante cada mes del año anterior, y que seguramente ocurrirá en todo el 2016.