Un polvillo de carbón

Nuestro gran lastre ha sido la evasión de nuestra existencia cósmica, el miedo a la realidad de nuestro universo, el desprecio para con estructuras monumentales que como las Pirámides, las Líneas de Nazca, y todas aquellas que indican visitas extraterrestres, sugieren la existencia de habitantes en otras galaxias …

lastre que  nos mantiene bloqueados mentalmente a la comprensión de realidades cósmicas. El éxito de la operación que colocó un aparato espacial en Marte, nos obligará a repensar la historia de la Tierra,  sus conexiones espaciales, sus interacciones cósmicas y necesariamente, a reconsiderar la posible existencia de otras entidades inteligentes.

Hay que repetir lo que han dicho expertos, pescadores, pobladores y algunos funcionarios, hasta que las autoridades reaccionen. Se multiplican y acumulan en Santa Marta oscuros polvillos de carbón y corrupción, con graves consecuencias.

Fuera del puerto, en la bahía de la ciudad cada empresa montó el suyo (Prodeco, en puerto Zúñiga, zona turística; Drummond en Ciénaga, en el puerto de su mismo nombre; y Vale en puerto de Río, Córdoba) y ha multiplicado así los daños que producen las cuatro descargas diarias del mineral: cuando pasa el tren o la tractomula al patio que lo almacena; del patio a la cinta transportadora; de la cinta a la barcaza, y de la barcaza al barco.


Cada operación, por ser tan rudimentaria, libera carboncillo, que el viento arrastra hacia el mar y hacia la costa. Los remolcadores que mueven las barcazas que se hunden (muchas de ellas no reportadas) derraman toneladas de carbón, que aplastan ecosistemas, corales y organismos del fondo marino. Los daños a la pesca son incalculables.


En su más de 20 años de exportaciones, las carboneras no han evitado ni compensado los daños. Contratan poco personal o suministros en la zona. Dejan regalías y programas sociales irrisorios. No aplican la tecnología que se les exige en sus países de origen, Estados Unidos y Suiza, cuyos gobiernos no presionan a sus empresas para que apliquen la responsabilidad ambiental que pregonan.

Fue necesaria presión turística para que en el 2007, mediante el Decreto 3083, se fijara el primero de julio del 2010 como fecha en la que todos los puertos marítimos del país debían hacer el cargue directo de carbón para evitar su vertimiento.

Como no cumplieron el plazo, la Ley 1450 del 2011, del Plan de Desarrollo, lo prorrogó a enero del 2012 ¡y el límite ya va en el 2014!.


La confrontación entre las dos multinacionales por la construcción de puertos en Ciénaga ha presionado el aplazamiento del cargue directo. Glencore (gestionado por Prodeco) ha iniciado la construcción del Puerto Nuevo, mientras la Drummond reclama exclusividad por haber controlado la concesión de 1992. Cada uno quiere su propio canal de acceso, sin importar los catastróficos costos ambientales y sociales. Por estos días, los alcatraces y peces muertos testimonian los efectos del dragado.


Los desastres se agravan con la estela oscura que dejan a su paso centenares de tractomulas y vagones de tren que transportan el carbón a los puertos. Cuando se vuelcan, derraman toneladas de mineral sobre la vegetación, los pueblos, los acueductos, las ciénagas y las estribaciones de la sierra.


Los cuatro recorridos diarios del tren interfieren el acceso a sectores poblacionales y turísticos. Las mulas dañan la infraestructura, aumentan el ruido, congestionan las vías, elevan la accidentalidad. Los buques cargueros van regando su ripio de carbón por un mar otrora transparente. La fila de navíos se alarga cada día lanzando una nata oleosa y desperdicios sobre una playa oscurecida.


¿Qué paso, presidente Santos, con el compromiso que adquirió en junio del 2011 en Santa Marta, cuando, con su Ministro de Comercio, Industria y Turismo, prometió enfrentar dos graves problemas allí acumulados por décadas, el de carbón y el otro igualmente grave: la apropiación irregular de Pozos Colorados de punta de corrupción y leguleyadas, con las que pretenden, incluso, derrumbar muros ajenos y quedarse con bienes que no les pertenecen?


Ojalá el alcalde samario se decida a construir el proyecto estratégico entonces anunciado por el Presidente para esa valiosísima zona y defienda así los bienes públicos contra invasores que pretenden legitimar la usurpación.


Articulo reproducido del periódico El Tiempo, 3 de Agosto del 2012, por Socorro Ramírez.


El polvillo  que oscurece al sol
Le tengo más miedo a la ignorancia que al infierno  religioso. Cuando uno ha sido bautizado en las aguas transparentes  del mar  de  Santa Marta construye un paraíso diferente, más allá del terrenal, libre de traiciones, pecados e incertidumbres.

Mi identidad ambiental  nació  allá, frente al promontorio llamado el Morro… sin límites, con toda la transparencia planetaria… sin amenazas  sagradas.  Y lentamente  nos fueron cambiando esa dimensión por  un conjunto de premisas y ambiciones en donde se reemplazó   la dimensión por un mal intencionado mundo mejor llamado tecnológico,  desarrollado,  movido por una energía escondida  al interior de la Tierra… y dominado por  petróleo, o  carbón, en un marco poderoso  denominado desarrollo económico acelerado  que  ahora sí entendemos  como el principio y desequilibrio  de leyes planetarias. 

El primer síntoma lo percibimos en las  neblinas de partículas de polvos suspendidos  en la atmósfera, protegidos por  capitales  planetarios, con todos los permisos para violar, para corromper, y sin lugar a dudas para  acelerar   la destrucción de la vida en Gaia.

El golpe mortal  a nuestra inocencia ambiental le correspondió al presidente Álvaro Uribe en el 2007, cuando desató una polémica por el impacto del cargue de carbón en el medio ambiente y el turismo de la Ciénaga de Santa Marta,  en un  anuncio en el cual prometió  limpiar  las aguas benditas de la bahía Samaria, y su reversa ética, sin pena ni gloria, unos pocos días después… y  hoy  Santa Marta y el Planeta Tierra  van rumbo a la muerte.

Credito
EL NUEVO DÍA

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