Metidos en Honduras

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Honduras reúne un coctel explosivo: pobreza, falta de empleo, inseguridad y fuerte migración, que han dado lugar a una crisis social, política y económica que se agudiza.

Honduras se encuentra en una encrucijada. violencia en las calles, una economía que crece y empobrece, una corrupción e impunidad que socavan las instituciones y con un presidente reelecto cuestionado. Elementos todos de una misma ecuación: crisis socio-política.

Las consecuencias de esta crisis podrían hundir al país centroamericano, uno de los más pobres de la región, en un punto de no retorno.

Protestas que ya cumplen varias semanas y que se han tornado violentas, protagonizadas por médicos y profesores en respuesta a reformas estatales que, según ellos, conducirían a la privatización y los despidos masivos, tienen en jaque al presidente Juan Antonio Hernández, quien negó estas acusaciones.

Pero el trasfondo es otro. Se ha intensificado el pedido de renuncia del gobernante hondureño, quien en noviembre de 2017 logró reelegirse en unas controvertidas elecciones para un segundo mandato consecutivo de cuatro años.

Aunque la crítica situación se remonta a 2009, cuando el izquierdista Manuel Zelaya y opositor del actual mandatario conservador, fue destituido como presidente por empresarios, militares y políticos, lo que ha sumido al país en una explosiva inestabilidad política, recuerda Geraldine Bustos, profesora de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.

Según ella, el golpe de estado contra Zelaya marcó un punto de inflexión en Honduras, pero señala que desde antes el país, si bien no experimentó la misma intensidad de violencia guerrillera de los 80 como sus vecinos (El Salvador y Guatemala), “está en una región muy inestable y eso hace que tenga problemas comunes para todos”.

Señala que en la región hay un fenómeno de crimen organizado de carácter transnacional.

“Eso tiene unas complicaciones para los gobiernos de esos países y es que al ser estructuras de crimen organizado tienen un componente social, que aumentan la inseguridad en la región, y hace que los problemas sociales ya existentes se agudicen”.

Un problema adicional, agrega Bustos, son los migrantes y las caravanas que están llegando a Estados Unidos, que representan no solo la crisis interna del país, sino también pone el foco internacional sobre Honduras, y las complicaciones del gobierno de atenderlo.

Advierte que el proceso que llevó a la reelección de “Tony” Hernández, como se le conoce, ha estado rodeado por un manto de ilegitimidad.

David Peña, docente de Derecho Internacional y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, observa otro problema: la corrupción.

En Honduras, pasa igual que en Centroamérica y Latinoamérica, en el sentido de que la corrupción sigue siendo un elemento campeante de los gobiernos elegidos democráticamente, pero cuyos pueblos tienen una alta falta de cultura de ejercicio democrático.

“La democracia ha perdido el estricto rigor en los estados, especialmente en los centroamericanos, donde ha sido una tradición histórica”, explica el experto.

De otra parte, destaca el ingrediente económico, pues países como Honduras que no han tenido una economía fuerte y sostenible, se afecta en los niveles básicos insatisfechos y la calidad de vida de sus ciudadanos, que son en su mayoría indígenas y campesinos, lo cual da lugar a unas dificultades de coherencia y cultura de las que precisamente se aprovechan las clases políticas.

Como se recordará, la crisis en el país estalló en abril pasado, con dos decretos aprobados por el Parlamento sobre educación y de salud que generaron el rechazo social generalizado.

Igualmente, Peña subraya que no hay que olvidar el tema de los grupos armados al margen de la ley, es decir los maras o pandillas y la delincuencia común, como otro factor de inestabilidad en Honduras, que además lo convierte en uno de los más violentos en el mundo.

Entre 10 y 12 personas mueren a diario por causas violentas.

Por otra parte, Bustos reconoce que aunque las protestas se están saliendo de control, esto no significa necesariamente que la presión social obligue a la renuncia del presidente Hernández, considerando que “es un presidente más favorable a Estados Unidos, a la comunidad internacional y sobretodo al Ejército, es más difícil sacarlo del poder”.

Ahora bien, admite que no se sabe hasta dónde las protestas puedan llevarlo a la renuncia.

 

Desconexión del pueblo y gobierno

 Para Félix Socorro, docente investigador de la Universidad de La Salle, lo que pasa en Honduras es lo mismo que está pasando en los países de América Latina. “La gente se está cansando de las promesas, de lo lento de las respuestas a sus necesidades y problemas, y se está mostrando incómoda frente a las política y soluciones del Gobierno”, explica el experto, quien considera que se trata de un fenómeno que seguirá ocurriendo en países latinoamericanos.

Agrega en ese sentido que la realidad del pueblo hondureño es que no tiene una economía atractiva, lo que supone que con estos decretos aprobados se afectan a los sectores sociales, lo que muestra el descontento con estas manifestaciones. Observa que el gobierno podría entonces, recurrir a la fuerza o a la represión o suavizar las cosas, para evitar mayores dificultades, y descarta la salida del presidente Hernández.

 

Destacado

Más de la mitad de los hondureños, unos 9,2 millones de habitantes, no tiene empleo y cerca del 60% es pobre.

 

Cifra

20 mil hondureños han abandonado el país en caravanas con destino a EE.UU. en los últimos 15 meses.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

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