El desafío de Macron

AFP - EL NUEVO DÍA
Los planes económicos y las políticas neoliberales de Emanuelle Macron, quien llegó el 17 de mayo de 2017, han suscitado un sentimiento de rebeldía y de ira entre los sectores populares franceses, que lo ven como “el presidente de los ricos”.

Francia, de nuevo, se encuentra en pie de lucha. Esta vez, el enfado popular es motivado por una controvertida reforma pensional que impulsa el presidente Emanuelle Macron para el próximo año.

Ayer, los franceses afrontaron una de las más grandes huelgas en la historia reciente del país, convocada por los principales sindicatos. Paralizó el transporte público, la educación y parte del tráfico aéreo. Incluso los chalecos amarillos se sumaron al paro.

Hace un año, fueron los chalecos amarillos, movimiento social espontáneo que irrumpió en las calles en rechazo al alza en los precios de los combustibles y los impuestos. Las movilizaciones, disturbios y violencia que se prolongaron seis meses, pusieron en jaque al gobierno de Macron, que se vio obligado a retirar el impuesto sobre el diésel, lo que menoscabó seriamente su imagen.

A grandes rasgos, el nuevo proyecto pensional, que avanza en fase de negociación, apunta a unificar los 42 regímenes existentes a solo uno y elevar la edad de jubilación gradualmente de 62 a 64 años, para acabar con el déficit en este sector, que en el país galo asciende a 17.000 millones de euros.

El presidente Macron ha intentado una reforma (una de sus promesas de campaña) para que sea más manejable el sistema pensional, explica al respecto el internacionalista Jesús Agreda Rudenko.

Describe en ese sentido que “la idea es crear un sistema único para todos, lo que en este momento no existe debido a modelos específicos para diferentes sectores”.

Pero esto “implica que algunos estarán mejor y otros peor”, anota el profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

En términos generales, Agreda Rudenko considera que es una idea responsable para garantizar que el sistema pensional sea sostenible a largo plazo, sin embargo, advierte, que en el contexto de desarraigo social después de las manifestaciones de los chalecos amarillos hay una resistencia muy fuerte.

Además hay que tener en cuenta que la opinión pública apoya la huelga: siete de cada 10 franceses la respalda.

“La verdad es que cualquier cambio significativo, o incluso no tan significativo pero con impacto social tendrá una resistencia muy fuerte”, reconoce el internacionalista.

Y, bajo esta perspectiva, opina que la gobernabilidad es un “verdadero reto” en este momento para Macron, cuya la popularidad está en torno al 33%.

Vale la pena recordar el antecedente de 1995, cuando la presión social obligó al gobierno de Alain Juppé a retirar su reforma de las pensiones, luego de tres semanas de movilizaciones en el país. Además le significó al primer ministro conservador perder las siguientes elecciones.

Si bien es una tema extremadamente sensible, Agreda Rudenko cree que puede que sea necesario para que la economía francesa sea competitiva en el marco de la Unión Europea, UE.

En esto también concuerda Laura Amaya, profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, al señalar que las políticas neoliberales y capitalismo que Macron está imponiendo siguen lineamientos procomerciales en procura de un crecimiento económico más elevado para que este se vea realmente fortalecido en el contexto eurupeo.

Aunque desde el punto de vista de macroeconomía es una opción viable para Francia, son decisiones que se traducen en descontento social.

“Sobre todo porque el presidente (Macron) vive en una burbuja, que no comprende la realidad de la sociedad francesa desde que surgió el movimiento de los chalecos amarillos el año pasado”, cuestiona Amaya, quien cursa actualmente una maestría en Economía para el Desarrollo de la Universidad Panthéon Sorbonne de París.

Según ella, muchas veces esto se traduce que sus políticas tanto sociales como económicas no van encaminadas en el bienestar de las personas de clase media y los estratos más bajos, sino para beneficio de los grandes conglomerados económicos del país europeo.

De allí el origen del malestar de la sociedad francesa y del ciudadano de a pie: “esa lejanía que existe entre el Gobierno y la población, donde muchas veces la población misma trata de reivindicar su contrato social con el Estado a toda costa, por esto hay esas manifestaciones violentas y las barricadas”.

Los trabajadores temen que la reforma signifique ganar menos mientras las declaraciones del Gobierno no han sido claras, agrega al respecto Rubén Sánchez, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

Examina, igualmente, que la situación ha movilizado a empleados de empresas estatales que gozan de regímenes especiales, pero se suma a la inquietud que manifiestan las clases medias.

“La situación en Francia es grave porque la gente siente que no puede más y explota”, alerta Sánchez.

El internacionalista Agreda Rudenko, a su vez, dice que hay que mirar cómo evoluciona la situación en Francia, pero si el apoyo a la “causa” aumenta desde otros sectores, será muy difícil para el gobierno mantener su posición.

Y tampoco descarta la posibilidad de Macron de “atrincherarse” en el tema, pero sería un enorme costo político, especialmente si tiene planes de liderar el proyecto europeo.

 

Dato

Unos 800 mil manifestantes salieron ayer a las calles de Francia para protestar por las medidas de Macron.

 

Dato

El descontento se extendió a los policías , bomberos, maestros y empleados de la salud.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

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