Jugándole a la esperanza

.

Marchan bien las negociaciones o conversaciones entre el Gobierno y las Farc. Tan bien que antes de lo anunciado están divulgando resultados para que los ciudadanos los estudien y adquieran una idea de lo mucho que puede mejorar la situación del país si lo acordado se convierte en realidad.

El camino conduce a una Colombia en paz, con justicia social, en armonía con la naturaleza, reforma rural integral, educación de calidad al alcance de los pobres, buenos servicios de salud, democracia y libertad. Un decir o un sueño pero, al fin y al cabo una esperanza de un país cansado del derramamiento inútil de sangre de colombianos, campesinos, soldados, policías, guerrillos, paracos, narcos, defensores de los Derechos Humanos, periodistas, luchadores de la restitución de tierras y defensores de las víctimas, entre otros.

La trocha es larga y el andao lento. La ratificación o aprobación de lo que se acuerde en La Habana solo es un paso en el camino de varias millas y muchos obstáculos. Con el proceso de darle vida legal a lo acordado se va a ver la necesidad de ponerle más atención a las víctimas y a la memoria.

Es necesario conocer la verdad para ayudarle a las víctimas a hacer su duelo, vencer rencores, tratar de perdonar y participar en una etapa de reconciliación y posconflicto. Nada fácil. Largo el trecho y mucho atajo, como las absoluciones dadas a los verdaderos iniciadores de la violencia que terminó convertida en política.

La Comisión Investigadora de la Violencia creada por el gobierno de Alberto Lleras Camargo, 1958, no encontró responsables, personas o instituciones, pero salió con el cuento que todos éramos responsables. Perdón a los criminales y las víctimas al olvido. Una comisión inició la violencia en 1968 y otra de expertos nos metió en una cultura de violencia a ser combatida a través de la democracia.

Mucha babas para proteger a los perpetradores y seguir dejando a las víctimas en el cuarto de San Alejo. Restitución de tierras a partir de 1991 no pasa de ser un chiste pendejo.

Todo ha caminado contra las víctimas y en favor de los violentos y de los corruptos con los que viajan de la mano. Con el congreso que tenemos y las cortes al servicio del mejor postor, nos tenemos que convencer que es necesaria la unión de los colombianos para dejarle a las próximas generaciones un país en paz y en armonía con la naturaleza.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

Comentarios