Determinación y contundencia contra el terrorismo

El Estado Mayor Central debe responder por sus crímenes y el Estado colombiano debe demostrar incuestionablemente que tiene el monopolio legítimo de la fuerza. El diálogo con facciones violentas es imposible en este momento. Si queremos la paz total, es hora de actuar con determinación y contundencia.

El terror ha vuelto a hacerse sentir en Colombia, esta vez en el departa- mento del Cauca, donde cuatro valientes soldados del Ejército fueron vilmente asesinados en medio de una emboscada perpetrada por delincuentes del

Estado Mayor Central (Emc) de las disidencias de las Farc.

Lo que hace aún más atroz este acto de barbarie es la orden de decapitar a los uniformados, una acción que va en contra de todas las normas de la guerra y que nos devuelve a las décadas más trágicas y sanguinarias en la historia reciente de nuestro país en los 80 y los 90.

Y cuando tenía la ciudadanía la idea de que todo esto quedaba en el pasado, con los Acuerdos de Paz de 2016, la verdad es que nos encontramos nuevamente frente a la crudeza de la realidad colombiana, donde la violencia parece un atavismo que nos impone su ley de muerte indiscriminada sobre la esperanza de paz. Los intentos de diálogo y reconciliación con grupos como la disidencia de “Iván Mordisco” que ha hecho el Gobierno en una actitud paradójica, entre la ingenuidad y la audacia, se desvanecen ante la brutalidad de sus actos terroristas.

¿Cómo es posible pensar en avanzar hacia la paz cuando la respuesta de estos grupos es la muerte y la mutilación? El presidente Gustavo Petro ha prometido una ofensiva total contra el EMC en Cauca y es necesario que cumpla con esta promesa, pues la seguridad de los colombianos y el honor de nuestras fuerzas armadas están en juego y, más allá de las palabras, es imperativo garantizar el éxito militar de esta avanzada. El Estado colombiano no puede permitirse otro fracaso en su lucha contra el terrorismo.

Es necesario reconocer que el crecimiento del Emc y la radicalización de sus métodos violentos son resultado de una serie de fallasy omisiones por parte del Estado. O si no, ¿cómo ha logrado fortalecerse esta organización en los últimos años? Y aún más, ¿qué responsabilidad tiene la estrategia de paz total en este panorama desolador? El nombramiento de Iván Velásquez como ministro de Defensa se tomó como un paso en la dirección correcta, pero aún seguimos esperando resultados en el campo militar contra estos grupos armados ilegales que parecen hundirnos de nuevo en un conflicto sin fin.

Es apenas un acto de justicia y fraternidad solidarizarse con las familias de los soldados caídos, pues eran hombres que estaban cumpliendo con su deber, arriesgando y finalmente entregando sus vidas por la seguridad y la integridad de todos los colombianos, por lo que se hace inaceptable que no podamos proteger a quienes nos protegen y que permitamos que la irracionalidad y la injusticia vuelvan a llenar de sangre las páginas de nuestra historia.

El Emc debe responder por sus crímenes y el Estado debe demostrar incuestionablemente que tiene el monopolio legítimo de la fuerza. El diálogo con facciones violentas es imposible en este momento. Si queremos la paz total, es hora de actuar con determinación y contundencia.

El Nuevo Dia

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