Una pila de papaya le valió para ser campeón mundial de inventores

Natalia Gualanday / EL NUEVO DÍA
Crédito: Mario Yankel Álvarez sostiene el diploma que obtuvo en 1985 en Bulgaria.Mario Yankel Álvarez posa con algunos de sus inventos, entre ellos la pila orgánica.
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En Ibagué vive desde hace unos meses Mario Yankel, quien montó su taller para iniciar una empresa de ladrillos reciclables para construir viviendas, no necesita cemento, se pueden estucar y resiste varios pisos.
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En su taller, Mario Yankel Álvarez Segura corre unos tubos plásticos y deja ver unas máquinas para modelar postes y ladrillos de plástico, con los cuales pretende revolucionar la manera de construir viviendas ecológicas y económicas.

Pero este paso por el taller es para llegar hasta su pequeña habitación donde tiene cautines, un tester y algunos circuitos, así que toma una copa y una pila y nos lleva al lugar donde ofrecerá la entrevista.

Mario Yankel ganó en 1985 la medalla de oro ‘Creaciones de los Jóvenes Inventores’, en la Exposición Internacional de Plovdiv (Bulgaria), por inventar una pila gelatinosa con una papaya. 
Cuenta Mario Yankel, mientras acomoda la pila, que desde niño sintió curiosidad por la electrónica, por el movimiento, tanto así, que disfruta de los temblores, pues asegura “son fenómenos increíbles”.

Así que empezó a leer e investigar temas de física, química, electrónica y mecánica, llenó su cabeza de más información.
Estando en una de sus lecturas nocturnas, en las que debía leer con una lámpara y escuchar música en un radio de batería, pues su padre se enojaba por el gasto de electricidad, llegó su invención.

“De tanto escuchar música se apagó el radio, se gastaron las pilas. Me fui para la cocina y serví un jugo de piña y mientras me lo tomaba dije: ‘Qué hago yo, estoy recargándome de energía, esto es energía’, así que tomé la pila, la destapé y con un gotero vertí unas gotas del jugo.

“Cuando me di cuenta eso subió el voltaje, tomé unos libros investigué qué era una pila y supe que eran a base de carbón con electrodos catodianos. Tuve música como para cinco días”. 
El entonces joven inventor comenzó a clasificar varias frutas, el limón no le sirvió porque al ser ácido dañaba los metales, y solamente hasta que llegó a la papaya descubrió que es un material casi alcalino y limpiaba los metales.

Como vivía en Bogotá, fue hasta Eveready y allí recibió un folleto y supo lo que era una pila Leclanché, al estar más informado mejoró su producto y creó una especie de gelatina; incluso, cuenta, puso una pila para que la pisara un carro y notó cómo salía una sustancia oscura.

“Pregunté a los profesores y me dijeron que era carbón, así que molí un poco y lo vertí a mi pila pero no sirvió porque es muy diferente. Ya investigando me di cuenta que eso era negro de acetileno, un material muy volátil, absorbente, conductor de corriente y se mezcla con los dióxidos de manganeso y los cloruros para poder crear la pila. Estaba en cuarto de bachillerato y así gané la feria de la ciencia”.

Como se ganó durante tres años dicha feria, fue becado en la Universidad Javeriana y no dudó en estudiar electrónica.
El director de los laboratorios de química de ese entonces, Luis Felipe Mazuera, quien le interesaba la investigación, le abrió las puertas y ahí fue cuando patentó en Colombia la pila. Debido al alto valor de la patente internacional, Carlos Arturo Marulanda financió el registró en Washington.

“Abrimos un laboratorio y comencé a crear una pila y resultó que la orgánica dura cinco veces más que la inventada por Leclanché. Me acuerdo que estaba en tercer semestre y me llamaron los Escobar, de Varta en Colombia, que querían conocer la pila.

“Me fui con uno de los socios, Óscar Mejía Duque, un médico cirujano, pusimos dos pistas de tren y trajeron la pila más potente que tenían, sistema Leclanché. La de ellos dio 25 vueltas por minuto, la de nosotros 22, pero a la media hora la de ellos tenía 18 vueltas por minuto y la de nosotros tenía 20; duró cinco veces mas la nuestra. Preguntaron el valor , dijimos, ‘no sabemos’, y respondieron que no tenían tanta plata”.

Su invención también, cuenta Álvarez Segura, sirvió para que Luis Felipe Mazuera asistiera a una especialización en Alemania con Varta y le ofrecieron trabajar como químico: tanta fue su felicidad que lo invitó a almorzar, pero por la noche lo volvió a llamar para cancelar.
“Me dijo, no puede venir, porque acabo de firmar papeles con Varta y le dijeron si lo veían con Mario Yankel quedaba destituido”, recordó.

En el Mundial

Su viaje a Bulgaria sucedió luego de que la Superintendencia de Industria y Comercio envió cinco inventos colombianos a los científicos búlgaros y el suyo ganó. Viajó con su amigo Roberto Olaya con pasajes de Colciencias y de la organización.

“Mandé en unas baterías que me dio Ernesto Mejía, de MAC, la gelatina orgánica, y cuando llegué a Alemania me detuvieron en el aeropuerto porque según ellos llevaba droga, pues el material arrojó un color tornasol; les dije, eso es metalcilicato de sodio.

“Me llevaron a una comisaría y al otro día ofrecieron disculpas y supieron que iba para la feria mundial, me tocó hacer en la comisaría una pila para determinar que el producto era para producirla; las papayas que llevaba también las abrieron para ver si llevaba droga”, cuenta entre risas.    

Añade que los búlgaros miraban con extrañeza su invento y cambiaron las expresiones cuando vieron cómo funcionaba el invento del joven colombiano. Entre 760 inventores del mundo, ganó la pila orgánica de papaya.

Pero ocurrió lo inexplicable, debido a que la feria tuvo lugar entre el 4 al 30 de noviembre, cuando envió un telex a presidencia de Colombia, solo apareció Colombia Catastrófico, el País estaba en caos por lo sucedido en la toma del Palacio de Justicia.

Viajó a Alemania para visitar Varta, se anunció como estudiante que quería conocer la planta y cuando apareció su nombre y que acababa de ganar la feria mundial de inventores y que tenía patentada la pila orgánica, no lo dejaron entrar.

Viajó a Roma, y desde el consulado envió otro telex, pero el mensaje Colombia Catastrófico apareció nuevamente, en esta ocasión, la tragedia de Armero.

Así que cuando arribó a Colombia nadie sabía que se había ganado tan importante distinción mundial. 

En Cleveland, Carlos Arturo Marulanda lo llevó a la casa matriz de la Unión Carbide de Evereada para que analizaran la pila, dejó 100 y al año lo llamaron y aunque los resultados fueron positivos, la empresa había adquirido una producción de químicos por cien años.

Su invento no ha sido muy popular, cree, más por temas de mercadeo, pues es una pila muy económica y de alta duración.

 

La copa

Luego de vivir cinco años en Cali, y mientras departía con un hermano en una discoteca, Mario Yankel notó que las cuentas no eran precisas y les habrían cobrado de más; así que inventó una copa, que en su fondo trae un compartimiento con unas luces multicolores y que al sentir la presión del agua se encienden, ya cuando se desocupa vuelve a apagarse.

Casas prefabricadas

Su nuevo invento es un ladrillo de plástico reciclable de bajo peso, que no necesita ser pegado con cemento debido a su forma e incluso puede ser estucado, se puede, según los estudios que indicó le han hecho al material, puede levantar varios pisos dependiendo las columnas de la casa.
También trabaja en postes con el mismo material y lo usan para cercas.
“Analicé las palmas de coco, cómo suben tanto y son huecas y con surcos cada 30 centímetros, así que diseñé este sistema que se puede atornillar y hacer todo un empalme.

Tapabocas

Durante la pandemia Mario Yankel inventó un tapabocas al que le instaló una placa con un circuito, el cual cada vez que detecta el virus se enciende una luz, la placa genera unas descargas que mata el virus.

“Esto lo determinamos con mi hermano que murió en pandemia, cuando lo llevé al hospital tenía puesto el tapabocas y él me decía que se prendía el bombillo. Él entró y lo volvimos a ver en polvo, yo nunca me contagié.

“Regina 11 me compró dos mil y de esas personas nadie murió. Fui a la Universidad Nacional para que investigaran el invento y no me pusieron cuidado. Esto entra en mi patente que es orgánica”, contó.

Dato

Mario Yankel vive en Ibagué desde hace ocho meses, luego de que Pablo Pardo lo trajera para que perfeccionara los moldes y por ende, inicia un negocio para montar viviendas plásticas prefabricadas con su sistema.

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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