Bifurcar la crítica política

Por los mensajes recibidos y los animados diálogos presenciales sobre lo planteado en mis últimos artículos, especialmente los que se ocupan del rumbo que lleva el Tolima, considero conveniente hacer algunas precisiones o ampliaciones imbuidas por una premisa que, pese a su elemental lógica, siempre se evade o brilla por su ausencia en la retórica electoral que, como dijera en aquellos textos, es una verbosidad refrita, casuista e insulsa que no expresa legítimas y renovadoras concepciones políticas que legitimen las aspiraciones electorales. “Mientras no cambiemos los paradigmas o la mentalidad, el rumbo tolimense no cambiara”; esta es la premisa, por todos sabida, por muchos citada y convertida en letra muerta porque no somos consecuentes y, así, la decadencia del Tolima tendrá que continuar.

El Tolima y su rumbo (III)

En días de frenesí, dizque democrático, es difícil hacer crítica política sin parecer aguafiestas, pero, si no es hoy, entonces cuándo decir que el Tolima no alterará su rumbo, pues igual que quienes falsearon la vida tolimense, quienes hoy se dicen alternativos usan una retórica que no ofrece siquiera tenue luz de esperanza para rehacer al Tolima. Creo no injuriar a activistas y lideres íntegros si digo que, por no existir historia, progresismo y atinado rumbo tolimense, existe la afincada subcultura electorera que creemos es cultura política, involución ocurrida porque ignoramos que la auténtica cultura política se fundamenta en el antropocentrismo, la dimensión sistémica del territorio, la visión moderna de sociedad y un modelo económico propio y no en el personalismo que sufren hasta los virtuales progresistas y por ello las ideas renovadoras nunca convocaron a los tolimenses a construir juntos nuestra propia historia.

El Tolima y su rumbo (I)

Afirmé que ni historia ni progresismo tolimense existen y sigo hilando razones que pudieran motivar el examen de académicos, intelectuales analistas y opinión en general para oxigenar y remozar la vida tolimense, carente de imaginarios de futuro y progreso, pero henchida de anacronismos

El progresismo tampoco existe

La historia tolimense no existe, esta fue la teoría con la que hace pocos meses quise originar un diálogo o debate, que pusiera en perspectiva el lenguaje usado en tiempo electoral y ello porque, a mi juicio, gran parte de la opinión y diría que todos quienes aspiran a ser elegidos, en lugar de conceptos cargados de pertinencia o sentido restaurador, esgrimen una retórica vacía o lugares comunes que revelan la levedad mental de la política tolimense. Para reiterar mi opinión replanteo mi teoría y por ello hoy admito que los políticos tolimenses sí han sido constructores, pero de distopía histórica, pues el Tolima inclusivo, moderno, próspero y con alta calidad de vida que los políticos prometieron, sobre todo en las últimas cuatro décadas, lograron concretarlo en pobreza, desempleo, marginación, exclusión y atraso progresivo.

CONTRACORRIENTE (IX)

Creí que en tres o cuatro cuartillas y a manera de ensayo corto lograría exponer mi opinión sobre los factores esenciales que harían del Tolima un territorio firme y fértil para “sembrar y cosechar desarrollo”; aunque faltó ahondar, con esta novena y última cuartilla concluyo la propuesta de la simbiosis de cuatro factores o principios activos que, con total convicción, creo restaurarán social, moral, económica y políticamente al Tolima, factores que ahora me permito recordar, no sin antes agradecer a quienes con serio interés le hicieron seguimiento y dieron su parecer: El Tolima, territorio histórico, identitario, autónomo y constructor de progreso integral.

Contracorriente (VIII)

Forjar identidad política para lograr cohesión social regional y peso político nacional. Del asunto de la identidad política tolimense no debatimos, tal vez por juzgar que la política ya se inventó y que es inmutable y por ello a los políticos que ejercen esa política les confiamos la conducción del progreso tolimense y eso es un disparate, pues si la política “es la actividad orientada de forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo (sociedad) para alcanzar ciertos objetivos” y, sí en el Tolima esa política es inmutable, ¿sobre qué tesis novedosas de sociedad, territorio, economía y futuro podríamos los tolimenses construir acuerdos para lograr la prosperidad y, de esas tesis, las bases éticas y los ejes programáticos que deberían respetar y acatar quiénes buscan nuestros votos para conseguir dignidades o curules?

CONTRACORRIENTE (VII)

c) Reconstruir tejido social a partir del reencuentro de los tolimenses. Desde cuándo empezó la violencia, años cincuenta o antes, los historiadores lo dirán, el Tolima padece una escisión sociológica de nunca acabar que origina rupturas familiares y fuga sostenida del talento que destroza el espíritu y la perspectiva progresista tolimense.

CONTRACORRIENTE (VI)

Decía atrás que solo una implosión federalista eliminará al gamonalismo en los territorios y al feudalismo centralista e iniciará la construcción de un país moderno y justo.

Contracorriente (V)

Sigo con el tema territorial y espero no ser aguafiestas por meter a todo político en el mismo costal sin diferenciar la baja estofa de la buena energía, maniqueísmo que evito porque creo que la restauración tolimense no solo se funda en ética y buena intención (recuérdese cómo se adoquinó la vía al infierno), sino en pertinencia y coherencia ideológica y en ese enfoque vemos que los presuntos buenos políticos se unen por intereses, no por ideas y apelan a los mismos patrones de conducta del caduco politiqueo que es la antítesis del anhelado nuevo “carácter político” regional. Así entonces suplican avales; hacen venía a caciques nacionales (y plantean vencer al gamonalato criollo); revelan talante mesiánico; sus ideas oscilan entre localismo y centralismo; esquivan hablar de un estructurado modelo regionalista de futuro y, claro, eso no es liderato para el cambio sino alternancia personalista para el continuismo.

Contracorriente (IV)

Con plena convicción debo decir que solo reconstruyendo el imaginario o los fundamentes del progreso, los tolimenses podremos encarar con seriedad, responsabilidad y efectividad la disyuntiva entre avanzar hacia un estadio superior de prosperidad, equidad y calidad de vida o porfiar en la nadería promesera o blablablá mesiánico que nos ata a un inicuo círculo vicioso que por años detuvo el tiempo histórico tolimense y que, como en el mito de Sísifo, nos castiga con la tediosa rutina que neciamente creemos válida y hasta progresista, cuando realmente, y sobran evidencias, nos viene forzando a reeditar el pasado. Con franco interés de aportar algo para construir ese imaginario o fundamentación realmente progresista, sigo con la sustentación, por demás apretada, de los cuatro principios atrás planteados.