10 años después

La cadena de retaliaciones no cesa y la enorme cantidad de muertos avivará por decenios los deseos de venganza y la ley del talión.

Se cumplen dos lustros de un acto de barbarie que cambió la percepción de seguridad para toda una generación de estadounidenses, polarizó con tintes raciales y religiosos la visión del mundo e introdujo enormes modificaciones en la vida diaria de millones de personas.

Por primera vez en el territorio continental de los Estados Unidos se produjo un ataque que cobró la vida de miles de personas, destruyó  emblemáticas instalaciones en las capitales política y  financiera de la potencia norteña y desnudó la vulnerabilidad de la que se consideraba imbatible nación.

La respuesta no fue menos irracional pues por razones políticas enlazadas con intereses económicos el gobierno de George W. Bush involucró a su país en dos guerras interminables, una de ellas decididamente injusta, que han producido centenares de miles de muertos y heridos a más de inconmensurable dolor y destrucción. Para el efecto se valió de su enorme influencia para arrastrar a medio mundo a la controversial aventura que todavía gravita sustancialmente en la situación financiera de la superpotencia.

El fanatismo y el deseo de venganza que actuó detrás de los atentados a las torres produjo tal cantidad de efectos secundarios que bien puede decirse que la vida cotidiana se alteró al punto de que el discurrir por los aeropuertos se tornó en una dispendiosa, incómoda y demorada práctica, muchas comunidades se vieron fragmentadas por sospechas basadas en el aspecto, el color de la piel, la indumentaria o la fe religiosa de algunos de sus miembros y el mundo se vio envuelto en un tráfago de violencia que no para y consume vidas y recursos.

La cadena de retaliaciones no cesa y la enorme cantidad de muertos avivará por decenios los deseos de venganza y la ley del talión.

Las amenazas que se denuncian con ocasión de la conmemoración del décimo aniversario del ataque a Estados Unidos son una muestra de esa triste y sangrienta saga.


EL NUEVO DÍA

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