¿Quién los ronda?

Ante tan singulares ocurrencias se pregunta el ciudadano: ¿Quién ronda a los curadores? ¿ A quién rinden cuentas? ¿Quién evalúa su labor y supervisa que su desempeño se ajuste a la ley y los reglamentos? ¿Para qué sirven las curadurías?


Periódicamente hacen su aparición en el país entelequias cuya única función consiste en la creación de más intermediarios, mayores costos e inconvenientes adicionales para el trámite de las labores más sencillas de la vida cotidiana.

Bajo la excusa de que el manejo de organismos privados hace más eficiente la operación se entrega a particulares las innovaciones con el resultado contrario pues todo se resuelve con un único producto: un mayor costo y sin la solución de ninguno de los problemas que supuestamente iban a dilucidarse con la aparición del nuevo incordio.

Un ejemplo claro de una de estos inútiles elementos burocráticos es la institución de los curadores urbanos que, como se vio en Bogotá, sólo han servido como fuente adicional de corrupción y elemento de validación de torcidos manejos y afectaciones al ambiente.

Como los ingresos de los curadores dependen del número de metros que se aprueben, todas las otras consideraciones quedan supeditadas a dicho factor y los demás elementos se convierten en adornos y complementos a los que poco caso se hace.

Como se ha tenido oportunidad de observar en Ibagué los curadores aprueban sin constatar construcciones que ofrecen contar con parqueaderos que nunca se construyen, facilidades que se quedan en proyectos y sin hacer cumplir los más elementales requisitos que exige la ley y las reglamentaciones.

En la páginas de este rotativo durante la semana pasada el lector pudo enterarse, asombrado, de la consulta que hace uno de los curadores a la comunidad vecina de un proyecto urbanístico sobre la conveniencia o inconveniencia de dicho desarrollo cuando la obra lleva más de un año en ejecución y la estructura de un edificio que hace parte del proyecto ya se eleva ocho pisos sobre el suelo.

Ante tan singulares ocurrencias se pregunta el ciudadano: ¿Quién ronda a los curadores? ¿ A quién rinden cuentas?  ¿Quién evalúa su labor y supervisa que su desempeño se ajuste a la ley y los reglamentos? ¿Para qué sirven las curadurías?

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