Embusteros

¿Qué dirán los electores a quienes tienen en tan despectivo concepto? El daño ya está hecho y la paz en peligro.

Señala el adagio popular que “más pronto cae el mentiroso que el cojo”. Lamentablemente en muchas oportunidades se conoce la verdad y cae el embaucador cuando el daño producido con la mentira es irreparable o los estragos causados por el embuste son inconmensurables. Unos meses atrás y con un resultado impredecible el electorado británico votó a favor de retirarse de la Unión Europea. No habían pasado muchas horas cuando los dos principales promotores de la salida (Boris Johnson y Nigel Farage) admitieron que los argumentos utilizados en la campaña y que tuvieron mayor efecto en el elector eran falsos, tanto los relacionados con la inmigración como con la cuantía de los fondos que se ahorraría el Reino Unido con el retiro y serían destinados a la salud del pueblo. El daño ya estaba hecho y los efectos para la ciudadanía británica y la economía apenas comienzan a evaluarse. Los manipuladores aceptaron su participación en el tinglado y debieron abandonar sus cargos.

De otro lado, el pasado 2 de octubre el electorado colombiano dijo no a los acuerdos firmados entre el Gobierno y las Farc. Menos de una semana después, el gerente de la campaña por el no del Centro Democrático, Juan Carlos Vélez Uribe, en entrevista con el diario conservador La República, se jactó de la astucia desplegada mediante mentiras y tergiversaciones que embaucaron a los electores que siguen sus orientaciones, en el sentido de que era muy fácil hacerlos votar enfurecidos por medio de montajes pues ellos toman sin beneficio de inventario lo que se les diga a través de las redes sociales y las emisoras. El reconocimiento de la inmensa patraña causó el natural estupor, pues parecía que Vélez se daba ínfulas de haber perpetrado el engaño y haber salido victorioso en el intento.

Los efectos de la confesión no se hicieron esperar y aunque en un principio el gerente del ‘No’ intentó señalar que había sido tergiversado no tuvo otro remedio que aceptar lo ocurrido al enterarse de que la entrevista con el diario había sido grabada. A Vélez no le quedó otra opción que renunciar al partido que le había llevado al Senado. Al menos tuvo el coraje de reconocer su actuación y no como los otros copartidarios que o evadieron la justicia y se exiliaron (caso Hoyos) o descaradamente adujeron que la filmación en la que se fraguaba la interceptación de los correos de sus adversarios había sido editada o que el hacker a cargo de la manipulación había sido infiltrado por la campaña rival (caso Zuluaga).

¿Qué dirán los electores a quienes tienen en tan despectivo concepto? El daño ya está hecho y la paz en peligro.

REDACCIÓN EDITORIAL

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