¿Delincuencia importada?

Lo cierto es que, ante este panorama, es necesario hacer un llamado de atención, y elevar un reclamo a quien corresponda, pues no podemos permitir que Ibagué se llene de delincuentes, y menos, cuando vienen desde otros lugares del país.

El tema de la inseguridad en Ibagué ha sido materia de discusión y análisis en los últimos meses. Junto a los contratiempos que ha tenido la Secretaría de Tránsito (que sigue sin secretaria/o en propiedad), serían hasta el momento los lunares más notables de la administración de Guillermo Alfonso Jaramillo.

Según cifras de la misma Secretaría de Gobierno del municipio, y del programa Ibagué Cómo Vamos, se sigue presentando un elevado número de homicidios, muchos de ellos, ocasionados principalmente por peleas callejeras, riñas y violencia intrafamiliar.

También reza un reciente informe del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad del Tolima, que nuestra ciudad con un número de mil 238 homicidios, es el municipio con mayor frecuencia de casos en el departamento. Luego le siguen Chaparral, Planadas, Rovira, Espinal, entre otros. La seguridad como es lógico, generalmente se ve vulnerada en horas de la noche.

Además de los homicidios reportados (uno de ellos incluyó un muerto y balacera en la Catedral), se han ido presentando otro tipo de delitos que, aunque menores, no dejan de preocupar a la ciudadanía. Robos en buses de servicio público, atracos a sucursales bancarias a plena luz del día, entre otros como el reciente robo en su propia oficina al empresario Nelson Castro, han sido parte de aquellos casos que antes no ocurrían en Ibagué, y que hacen pensar que la ciudad se ha ido llenando de delincuentes que vienen de otras partes del país y encuentran en Ibagué, una “plaza” perfecta para trabajar.

Parte del sustento de esa teoría, además de que el delincuente ibaguereño normalmente tiene ciertas modalidades de actuar diferentes a las descritas; tiene relación con la traída de reclusos de otras partes del país a la Cárcel de Picaleña, lo cual repercute en la medida en que generalmente, los delincuentes presos arrastran compañeros, amigos y familiares, que se dedican también a cometer delitos, como forma de sostenerse en la ciudad, cerca de su ser querido detenido. Es de recordar que en Picaleña han estado delincuentes de alta peligrosidad como el narco alias “El loco Barrera”, y el llamado hacker Andrés Sepúlveda que aún permanece allí.

Lo cierto es que, ante este panorama, es necesario hacer un llamado de atención, y elevar un reclamo a quien corresponda, pues no podemos permitir que Ibagué se llene de delincuentes, y menos, cuando vienen de otros lugares del país. Bastante tenemos con nuestros propios paisanos, quienes hacen y deshacen, ante el descuido y ausencia de la Policía. Valga la pena mencionar, a aquellos pequeños ladronzuelos disfrazados de hinchas del Deportes Tolima, que el domingo pasado, antes y luego del partido, salieron a hacer de las suyas.

REDACCIÓN EDITORIAL

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