¡Dejen salvar la Universidad del Tolima!

La situación es tensa, y muy seguramente dejará inconformes a muchos. No obstante y por el bien de la única institución de educación superior pública de la región, por favor: ¡Dejen salvar la Universidad del Tolima!

Desde que el cuestionado Herman Muñoz renunció a la rectoría de la UT, se sabía que quien llegara a reemplazarlo tendría una dura tarea.

Lidiar con la crisis financiera, asumir la falta de gobernabilidad, y cambiarle la cara a la universidad, no ha sido tarea fácil para el actual rector Ómar Mejía.

Hoy cuando se han conocido las primeras decisiones tomadas por el Consejo Superior, algunos miembros de la comunidad universitaria han salido a criticarlas.

Los sindicatos de la UT, y quienes pareciera nunca estar conformes, han sido los primeros en revirar por la supresión de los cargos P18, famosos por sus altos salarios y su poca utilidad. La desaparición de los mismos le ahorrarían unos siete mil millones al año a la institución.

Igualmente profesores de la Asociación Sindical (Aspu), salieron a desestimar la labor adelantada por la comisión de la Universidad del Valle, contratada para realizar los estudios de los ajustes que necesita la UT.

Dentro de las recomendaciones hechas, está que es necesario que los docentes laboren unas horas más, tal y como pasa en otras universidades del país.

En la Tolima, mientras algunos trabajan muy juiciosos, otros, al igual que algunos funcionarios improductivos, pierden tiempo tomando tinto en el Ducuara.

Otra de las decisiones tomadas, es quitarle la potestad nominadora a los decanos, quienes ya no podrán elegir sus directores de programa, pues ahora serán nombrados directamente por el rector.

Casualmente uno de los más preocupados por dicha decisión, fue el decano de la Facultad de Educación, Andrés Felipe Velásquez, reconocido porque según algunos, en épocas de elecciones, contrataba chivas, organizaba fiestas y prometía cargos a cambio de que votaran por él.

Prácticas politiqueras como esa, y que tanto mal le han hecho a la U, con las nuevas decisiones del Superior, entre ellas la suspensión de cualquier tipo de elección, quedarán descartadas.

Hoy es necesario decir que la UT requiere del aporte de toda la sociedad tolimense, pero en especial de los diferentes estamentos.

Hace unos meses, bajo la administración de Muñoz Ñungo, muchos exigían soluciones, incluso varios de los que ahora, que se empieza a desenredar la pita, se contradicen protestando. Sin embargo creemos que la reforma y las decisiones de corte administrativo que se empiezan a tomar, son necesarias si se quiere salvar a la UT de una liquidación. La situación es tensa, y muy seguramente dejará inconformes a muchos. No obstante y por el bien de la única institución de educación superior pública de la región, por favor: ¡Dejen salvar la Universidad del Tolima!

REDACCIÓN EDITORIAL

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