Un encuentro inesperado

Probablemente, tanto Santos, como Uribe, sean los únicos que sepan, qué hay más allá de aquellas diferencias que hoy parecen irreconciliables, y si aquellas son tal y como se las han mostrado al país. ¿Será un tema netamente político? ¿Habrá odio? Quizás al cabo de muchos años lo sabremos.

Sorprendidos quedamos los colombianos cuando supimos de una reunión entre el presidente Santos y el expresidente Uribe con el Papa Francisco, en Roma. El encuentro al parecer fue gestado por el nuevo procurador Fernando Carrillo, y tenía como fin buscar un acercamiento conciliador entre los ya mencionados, y teniendo como testigo al máximo jerarca de la iglesia Católica. No obstante, muchos quienes esperaban que las serias diferencias quedaran en el olvido, o al menos en mejores términos, se quedaron con los crespos hechos, pues el hoy senador Uribe, salió de la reunión a hablarle a los periodistas con el mismo libreto con el que había entrado.

De poco fructífera fue calificada por muchos la cita, y más que servir de puente para aliviar tensiones, y reconciliar las serias diferencias entre ambos políticos, el Papa Francisco, presenció en vivo y en directo, el encuentro humano de la polarización colombiana. Por un lado un expresidente que se ha empecinado en oponerse a todo aquello que tenga que ver con los acuerdos de paz con las Farc y, por el otro, un presidente que ha hecho todo por lograr esa reconciliación con la guerrilla. La diferencia es que éste último ha logrado lo que no pudo hacer el primero, desarmar a las Farc, y sentarlas a dialogar, obviamente cediendo terreno (no literalmente como Pastrana) como es lógico en cualquier negociación.

Las interpretaciones de lo dicho por Uribe luego de la reunión, bien pudieran haber sido interpretadas y comparadas con las acusaciones de un niño que se queja de otro ante el maestro, y más que reflejar una verdadera intención conciliadora, lo que buscaban era exponer a Santos, como el malo del paseo, tal y como lo ha hecho en su cruzada internacional por Estados Unidos. El presidente, por su parte, aprovechó el desacierto de su máximo opositor, para reafirmar su “éxito” en la firma de los acuerdos, y lo invitó nuevamente a sumarse a trabajar por la paz de Colombia. Haya sido sincero o no, esa invitación lo dejó bien parado, y le sumó puntos, al embolatado propósito de Francisco.

Probablemente, tanto Santos, como Uribe, sean los únicos que sepan, qué hay más allá de aquellas diferencias que hoy parecen irreconciliables, y si aquellas son tal y como se las han mostrado al país. ¿Será un tema netamente político? ¿Será un tema personal que riñe en los sentimientos negativos y malintencionados? ¿Habrá odio?. Quizás al cabo de muchos años lo sabremos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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