La Casona

Jorge Isaacs, uno de los grandes escritores del siglo diecinueve, autor de ‘La María’ y empresario de la minería y la caña de azúcar, enfermo de paludismo decidió pasar sus últimos años de vida en Ibagué, donde murió en 1895 a la edad de 58 años.

En búsqueda de tranquilidad, compró una casona en el Cañón del Combeima, donde aún se pueden observar algunas de las máquinas cortadoras de caña. Hoy, este inmueble está en estado de avanzado deterioro y amenaza destrucción.

La Casona ha sido un motivo de interés para la Universidad de Ibagué que, desde el 2007, inició un trabajo académico en coordinación con la Universidad de Pisa, Italia, y la Sociedad Tolimense de Arquitectos. Desde entonces, profesores y estudiantes del programa de Arquitectura de las dos universidades y profesionales locales han desarrollado en el sitio un trabajo académico de investigación histórica. Buscan conocer el problema y apoyar la restauración de la casa que, en varias etapas, se edificó bajo técnicas tales como el bahareque, la tapia pisada y el adobe.

Con este trabajo terminado, ahora se hace necesario iniciar una labor de toma de conciencia entre la ciudadanía sobre la importancia de abordar el rescate de este inmueble que hace parte de nuestra identidad cultural, y constituye uno de los hechos urbanos de importante valor histórico, simbólico y arquitectónico de la ciudad y del país, que se espera registrar en el Inventario de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura.

Las fuerzas vivas del municipio, la clase dirigente, las administraciones municipal y departamental y la comunidad en general deben volver su mirada hacia este bien patrimonial cargado de historia. De manera inmediata urge comenzar una intervención de primeros auxilios y conservación integral en la Casona, para evitar que continúe su deterioro y, junto con ello, emprender una tarea de manejo contextual de tipo ambiental, pues el entorno, la hacienda y el paisaje del Cañón también hacen parte de la historia social y cultural de la región.

Se hace necesario, entonces, que los gobiernos departamental y municipal gestionen recursos con el Ministerio de Cultura para avanzar en el proyecto. No esperemos a que llegue el día, en el futuro cercano, en que tengamos que lamentarnos porque La Casona del Cañón, como muchos la llaman, termine de destruirse por el abandono, la indiferencia y el paso del tiempo.

EL NUEVO DÍA

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