Editorial: Grandes tremores económicos

Para América Latina es fundamental la buena salud económica de China, no solo por las enormes inversiones (Venezuela, Ecuador, Brasil y Argentina) sino especialmente por el enorme consumo de petróleo, minerales y soya originados en la región y baluarte de las economías.

Unas semanas atrás la atención de los mercados estaba centrada en la posibilidad de una quiebra de Grecia y el efecto dominó que esta situación pudiera generar en los países de la Unión Europea y, particularmente, de los de la zona del euro. Poco parecía importar un evento que se desarrollaba simultáneamente: la caída del 30 por ciento de las más importantes bolsas de valores de China.

La presente semana ha girado bajo otro tenor: la devaluación del yuan (la moneda de China) a instancia de las autoridades monetarias del gigante asiático, que es la segunda economía del mundo y que tanto incide con su apetito en la dinámica de países emergentes como los latinoamericanos.

El martes fue 1.62 por ciento, el miércoles del 1.9 por ciento y el jueves 1.1 por ciento para un total en los tres días de 4.6 por ciento. Las autoridades chinas aseguran que así termina el ajuste, no obstante en el mundo se especula que para lograr una debida activación de la economía de China, para evitar tensiones sociales y sostener un índice de ocupación aceptable de la fuerza de trabajo se requiere de una devaluación más drástica, del orden del 10 al 14 por ciento.

Hay quienes se preguntan por el motivo de alarma si las cifras oficiales del crecimiento de China son del siete por ciento anual, pero otros señalan que, primero, no se puede confiar mucho en esas cifras oficiales (no al grado de desconfianza que se tiene sobre las cifras de Argentina y Venezuela) y que las particulares dimensiones de esa economía requieren de un rango de crecimiento entre el nueve y el 10 por ciento anual, como el registrado en los últimos lustros.

Se indica que no ha sido fácil la transición de una economía enfocada a la inversión y exportación a una sustentada en el consumo interno y que la devaluación pretende dinamizar la producción recobrando el ritmo de las exportaciones.

Para América Latina es fundamental la buena salud económica de China, no solo por las enormes inversiones (Venezuela, Ecuador, Brasil y Argentina) sino, además, especialmente por el enorme consumo de petróleo, minerales y soya originados en la región y baluarte de las economías; con decir que la desaceleración de la economía China ha reducido las exportaciones brasileñas en un 15 por ciento y que el déficit comercial de la región con el gigante asiático que es de ocho millardos de dólares equivale al uno por ciento de la economía de la región.

Hay quienes hacen oscuros presagios sobre la ocurrencia de una tormenta económica perfecta en la China y previenen sobre desplazamientos de inversiones y recursos a otras zonas en donde se ha fortalecido la moneda, como los Estados Unidos.

La incertidumbre, entonces, es la clave de la hora.

REDACCIÓN EDITORIAL

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