La hegemonía liberal en Ibagué y el Tolima

Lo poco o mucho, lo bueno y lo malo, que haya pasado en Ibagué en los últimos 28 años, ha estado en manos de los liberales políticamente hablando (...). Hoy la ciudad sigue teniendo múltiples necesidades, y hay cosas que en nada han cambiado.

Dice un dicho que lo que somos no es otra cosa más que lo que elegimos ser. Los resultados representan las acciones que emprendemos, y eso trasciende todos los campos de la vida, incluso en la política, donde los ciudadanos votan por un candidato, porque finalmente espera que llene sus expectativas, y cumpla una buena gestión en beneficio de la ciudad. No obstante, no siempre es así, y los resultados (más malos que buenos) de esa acción de votar por alguien, aún con el pasar del tiempo saltan a la vista en Ibagué.

Desde hace 27 años, los ibaguereños han elegido a sus gobernantes bajo una misma línea de pensamiento, y que a pesar de tener algunas etiquetas como “candidaturas cívicas” o el nombre de otros movimientos políticos, siempre ha predominado la esencia de un solo partido: el Liberal. Tendríamos que devolvernos hasta 1988, cuando fue elegido el primer alcalde mediante voto popular: Armando Gutiérrez Quintero.

Gutiérrez, quien también fue rector de la UT, dio apertura a aquella hegemonía Liberal, rodeada y guiada bajo la figura relevante en lo nacional de Alberto Santofimio Botero, que se enquistó desde entonces en nuestra región, y que hoy luego de tantos años, y a pesar de la condena del exministro por el magnicidio de Galán, sigue predominando.

A excepción de Francisco Peñaloza, de 1990 a 1992, el poder en la Alcaldía ha pasado de mano en mano por los liberales. En la lista de mandatarios aparecen Ruben Darío Rodríguez, Álvaro Ramírez, Carmen Inés Cruz, Jorge Tulio Rodríguez, Jesús María Botero y Luis H. Rodríguez, todos ellos con la consigna silenciosa de heredar el poder a amigos y copartidarios. La historia pareció cambiar el año pasado, cuando en lugar de la llegada de Jhon Ésper Toledo, avalado por tres de los mencionados, apareció Guillermo Alfonso Jaramillo, un “progresista” distante de aquellos nombres, pero con alma de liberal de vieja data y alentado por su hermano Mauricio, quien a pesar de haber perdido la contienda para llegar a la Gobernación, al parecer sigue teniendo gran influencia en muchas de las decisiones de la ciudad.

Lo poco o mucho, lo bueno y lo malo, que haya pasado en Ibagué en los últimos 28 años, ha estado en manos de los liberales políticamente hablando, entre ellos, el manejo del Ibal, polémico por estos días, y de la Universidad del Tolima, que bajo las riendas del gobernador Delgado Peñón cayó en la peor crisis de su historia. Hoy la ciudad sigue teniendo múltiples necesidades, y hay cosas que en nada han cambiado.

REDACCIÓN EDITORIAL

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