La hora de las JAC

La acción comunal se constituyó a mediados del siglo pasado como una forma de vincular a los ciudadanos con trabajo voluntario en la construcción de obras de infraestructura para las comunidades donde residen. Su participación fue esencial en la ejecución de proyectos de beneficio colectivo en barrios y veredas, como redes de acueducto, alcantarillado, energía eléctrica, vías, puestos de salud, plazas de mercado y planes de vivienda por autoconstrucción.

En la actualidad hay en el país cerca de 45.000 Juntas de Acción Comunal (JAC). Su gestión es clave en el desarrollo territorial, porque los líderes comunales están en condiciones de identificar de primera mano las necesidades de su barrio o vereda, en materia de salud, educación, servicios y problemas medio ambientales.

Su papel se ha transformado con los años, pues ahora son pieza fundamental en el impulso de la democracia participativa; en la promoción de sentido de pertenencia de los individuos frente a su comunidad y en la formulación proyectos de desarrollo. También cumplen funciones de conciliación, con el fin de que los vecinos solucionen sus diferencias en forma amigable. Sin embargo, su labor se ha desdibujado porque algunos mandatarios locales aprueban la ejecución de obras, a cambio de respaldo político.

Pero ahora las JAC están cobrando de nuevo protagonismo, pues los gobernantes están reconociendo su capacidad de desarrollar obras en los territorios. La gobernadora del Tolima, Adriana Magali Matiz, propone que las juntas del Departamento participen en el mantenimiento de las vías secundarias y terciarias, a través de labores de limpieza, rocería y retiro de vegetación, con lo cual se generaría un buen número de empleos en los municipios. Esta es una forma de aprovechar la fuerza de estas colectividades en programas de beneficio general y, a la vez, crear puestos de trabajo en las zonas más alejadas.

En Ibagué, también se puede maximizar la gestión que realizan las JAC, con obras a las que se podrían vincular los jóvenes, muchos de ellos con deseos de laborar, pero con pocas oportunidades de hacerlo. Los muchachos podrían desempeñar tareas como vigías de la salud, arreglo de zonas verdes, organización de actos culturales en los que participen niños y adultos, adecuación de escenarios y otras actividades necesarias en los barrios, que generarían sentido de pertenencia y aprecio por los bienes colectivos, al tiempo que mejorarían el entorno. 

EL NUEVO DÍA

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