Otro incordio

Dos ciudades no mostraron el mismo interés de las otras ni se advirtió fervor alguno en que les fuera asignado un mayor número de viviendas: Bogotá, por razón de las extrañas determinaciones del alcalde Petro e, Ibagué, pues se adujo que se carecía en absoluto de terrenos aptos y a la carencia de recursos para adquirirlos.

Al entrar en el último año del actual período presidencial hay dos elementos que se convierten en referencia primordial: los diálogos de La Habana con las FARC y la construcción de cien mil viviendas para ser entregadas gratuitamente entre los colombianos más pobres.

Respecto del segundo hubo gran disputa entre las regiones para obtener las mayores asignaciones por razón de los numerosos factores envueltos en el programa y la gran expansión económica potencial del proyecto.

Dos ciudades no mostraron el mismo interés de las otras ni se advirtió fervor alguno en que les fuera asignado un mayor número de viviendas: Bogotá, por razón de las extrañas determinaciones del alcalde Petro e, Ibagué, pues se adujo que se carecía en absoluto de terrenos aptos y a la carencia de recursos para adquirirlos.

Hubo de mediar la intervención del entonces ministro de Vivienda, Germán Vargas, que prácticamente forzó a la administración para que la capital del Tolima no quedara por fuera del programa.

Tras mucho indagar se detectó un área en el sur de la ciudad, en extramuros, para desarrollar allí un programa de vivienda para mil 100 familias.

Siguió una época de indeterminación en la que se involucraron al programa unos intermediarios y el inicio de las obras se postergó pues las áreas seleccionadas carecían de servicio de agua por estar situadas por encima de la cota atendida por el acueducto de Boquerón.

De nuevo intervino el Ministro Vargas y, con regaño de por medio, urgió al alcalde Rodríguez para concretar el proyecto.

La Constructora Colpatria, encargada de la obra, se rehusaba a iniciar los trabajos pues no se le garantizaba el suministro de agua. Tras no se sabe que gestiones el proyecto arrancó con el compromiso de que el agua provendría del acueducto de Boquerón.

La constructora trabaja a un ritmo de cuatro y medias casas diarias lo que ha monopolizado la producción de concreto en un horizonte de 250 días.

Mas he aquí que el acueducto de Boquerón no está en capacidad de suministrar los 12 litros por segundo que requiere el proyecto, pues tiene copada su capacidad actual. Ya uno de los extraños intermediarios llamó a presionar a la administración haciendo uso de palabras de grueso calibre de esas que no aparecen en la Biblia.

Por cuenta de la emergencia el Alcalde llamó al gerente del IBAL para tratar de encontrar una alternativa. La de los pozos profundos que ya había sido descartada volvió al escenario para ser nuevamente desechada por razones técnicas. Como opción extrema se ha pensado en traer agua desde Toche a un costo que supera los tres millardos de pesos y habría que hacer votos porque quienes reciban el contrato no sean los mismos que llevan varios años haciendo la misma tarea en el acueducto complementario sin ningún acierto.

Sería de enorme utilidad que el IBAL y la Administración dieran un parte de tranquilidad y ofrecieran más optimistas visiones de este incordio.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios