Editorial: ¿Otra advertencia al viento?

Sólo falta que el Ministerio de Defensa se concientice con respecto a la gravedad de la situación y actúe acorde a la misma, y de esta manera no estar en algunos años lamentándose por no haber procedido como lo exigían las circunstancias.

Las advertencias han llegado desde varios ángulos. Incluso desde la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Ocha, entidad que hace casi un mes observó que con o sin las Farc, una paz plena en el país va a resultar difícil ante lo que denomina “nuevas dinámicas de violencia”.

Nuevas dinámicas de violencia, que, como lo sabe la mayoría de los colombianos, no son otra cosa que las cada vez más poderosas bandas criminales, bautizadas ahora como Bacrim.

Y es que tal como lo han denunciado ya los medios de comunicación en no pocas oportunidades así como altos funcionarios estatales, estas agrupaciones tienen como meta de un proceso ya iniciado, irrumpir en las zonas que durante lustros ocuparon las Farc, ahora en proceso de desmovilización, con el fin de adueñarse de todos los negocios ilícitos explotados por esa guerrilla, léase minería ilegal, narcotráfico, extorsión y un gran etcétera.

De hecho, no es necesario ser gran estratega ni experto militar para deducir que si se dejan consolidar las estrategias y prosperar los movimientos de los nuevos actores criminales, las advertencias de la Ocha podrían quedarse cortas.

En otras palabras, si el Estado colombiano y, más concretamente, la administración del presidente Juan Manuel Santos no atiende con seriedad pero sobre todo severidad este problema, atacando y judicializando sin contemplación a las Bacrim, en pocos años el país puede verse inmerso en situaciones incluso peores a las que se vivieron cuando las Farc se encontraban en pleno apogeo.

Para sustentar este argumento, es suficiente con tener en cuenta que, como se tiene calculado ya, la desmovilización de las filas de ‘Timochenko’ no será total y estos combatientes o, en otros términos, delincuentes expertos que no se acojan a los acuerdos de La Habana serán recibidos con los brazos abiertos por las Bacrim.

Ahora, si a ese aspecto se le agrega que esas agrupaciones ostentan un carácter bandolero, sin estructuras bien definidas sino únicamente unidas por su afán por el enriquecimiento sin límites ni escrúpulos, no se exageraría al afirmar que de dejarlas progresar se convertirán en un peligro inminente y fenomenal en varias zonas del país en el futuro cercano.

Las advertencias están hechas. Son contundentes. Sólo falta que el Ministerio de Defensa se concientice con respecto a la gravedad de la situación y actúe acorde a la misma, y de esta manera no estar en algunos años lamentándose por no haber procedido como lo exigían las circunstancias, tal como ha se ha arrepentido el país durante décadas por no haberlo hecho cuando nacieron las Farc.

REDACCIÓN EDITORIAL

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