Editorial: Conductores borrachos: una historia sin fin

Es la tercera vez que Castillo es detenido manejando ebrio. En una de estas ocasiones, el exjugador mató a dos hermanas de 23 y 21 años. De este hecho aún debe, según reportaron diversos medios, $16 millones.

El pasado domingo, el exjugador de fútbol Jairo ‘El Tigre’ Castillo fue sorprendido manejando en horas de la madrugada a exceso de velocidad y en estado de embriaguez. Pero además sin licencia de conducción, pues esta le había sido suspendida con anterioridad precisamente por manejar borracho. Es la tercera vez que Castillo es detenido manejando ebrio. En una de estas ocasiones, el exjugador mató a dos hermanas de 23 y 21 años. De este hecho aún debe, según reportaron diversos medios, $16 millones.

Ante el nuevo incidente, Castillo no pareció mostrar ningún tipo de arrepentimiento. La actitud del exfutbolista es la muestra perfecta de cómo la permisividad de las autoridades de tránsito ha hecho que muchos sigan poniendo en riesgo su propia vida y la de los demás al manejar embriagados.

A pesar de que se expidió la Ley 1696 de 2013 que endureció las penas para quien sea sorprendido manejando en estado de embriaguez, lo cierto es que hoy no existe la suficiente firmeza contra los conductores que insisten en manejar bajo efectos del alcohol o sin pase.

Casos como el del exjugador, que a pesar de estar involucrado en la muerte de dos personas al conducir ebrio, vuelve a ser detenido por las mismas circunstancias, muestran claramente que se sigue siendo permisivo con estas actitudes, pues de lo contrario, si en verdad existiera una sanción ejemplarizante, no podría cometerse el mismo error tantas veces.

¿Cuántas muertes más deben ocurrir para que los colombianos entiendan que manejar con alcohol es una conducta que no puede ser admitida bajo ningún concepto?

El país debería estudiar la posibilidad de implementar sanciones como las existentes en otros lugares, según las cuales por cada infracción cometida se restan puntos a las licencias de conducción, para finalmente quedar revocada si se demuestra que la persona no tiene la responsabilidad ni la capacidad de cumplir y respetar las normas que exigen estar al volante. Pero más grave aún, quien es sorprendido al volante a pesar de tener la licencia cancelada, va inmediatamente a la cárcel.

Lo ocurrido con el exjugador Castillo muestra la laxitud de las autoridades en todo el país. Basta ver, por ejemplo, la cantidad de conductores al frente de vehículos de transporte público que acumulan millones de pesos en multas sin que nada suceda, y que siguen poniendo en riesgo la vida de sus pasajeros con sus maniobras en la vía.

Es hora de exigir mayor severidad con los infractores de tránsito, y más cuando se trata de hechos que ponen en riesgo la vida de otros, como lo es manejar embriagado.

REDACCIÓN EDITORIAL

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