Confianza, responsabilidad y competitividad

Según el diccionario de la Real Academia Española confiar significa: “Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa”. La confianza es, pues, la base de las relaciones entre las personas, y entre la sociedad y las instituciones.

Sin embargo, hay una crisis de confianza generalizada en Colombia. Los ciudadanos desconfían del Congreso, del Gobierno, de la Fuerza Pública, de la Iglesia, de los medios de comunicación, de las empresas, de sus vecinos y hasta de su familia. 

Por esta razón, el Consejo Colombiano de Competitividad eligió la confianza como tema central del informe de competitividad nacional 2023-2024, ya que su recuperación es un mecanismo de transformación para avanzar hacia el desarrollo. Y a la vez propone que la forma en que se construye la confianza es a través de procesos y procedimientos eficientes y transparentes, con un enfoque integral y una visión de futuro con propuestas a largo plazo. 

Ana Fernanda Maiguashca, presidente del Consejo Privado de Competitividad, estuvo en la Universidad de Ibagué, para hablar de este tema. En su charla expuso que la desconfianza es un hábito que se adquiere desde la infancia, pues desde la familia se nos enseña a desconfiar. Además, la desconfianza florece en escenarios de desigualdad y nuestra sociedad es tremendamente desigual. La desconfianza suele estar ligada a la regulación. Nos tienen que poner reglas para todo y necesitamos una autoridad que nos diga cómo comportarnos, porque como sociedad no somos capaces de autorregularnos.

Pero este no es el único obstáculo para la competitividad y el mejoramiento de la productividad. La sociedad colombiana vive en una eterna pugnacidad que impide darle la razón a quien opina diferente y ni siquiera se escuchan argumentos. Ese batallar constante, ese acusar y sospechar consumen grandes cantidades de energía y no nos permiten dedicarnos a producir, lo cual resulta desastroso para nuestra calidad de vida. Para completar, responsabilizamos de nuestros males al gobierno y no nos hacemos cargo de nuestros errores, porque siempre hay que echarle la culpa a alguien más. Hay que empezar, entonces, por pensar diferente.

Es preciso crear un clima de confianza en el Tolima, más ahora que gran parte de las instituciones están a cargo de mujeres. Gobernadora, alcaldesa de Ibagué, directora de Cortolima, Defensora del Pueblo, comandante de Policía y secretarias de despacho merecen el voto de confianza de los tolimenses y todo el respaldo para cumplir sus funciones.



 

EL NUEVO DÍA

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