El asunto no es de poca monta y requiere de la reacción inmediata y efectiva de todos los organismos de salud con apoyo de todo el aparato educativo en aras de controlar lo que podría ser una pavorosa epidemia.
Las autoridades regionales deben censurar públicamente a quienes así actúan pues ningún beneficio trae tan inmaduro proceder. Como dice el refrán: “Zapatero a tus zapatos”.
Noguera es otro de esos “buenos muchachos” obnubilados por el poder y la ambición sin límites que se creyeron invulnerables por cuenta de su incondicionalidad, obsecuencia y carencia de parámetros morales y su fin resulta similar al de uno de los personajes de Scorsese.
Bien hace el Defensor del Pueblo en censurar estos procedimientos y denunciar los padecimientos de los habitantes de Gaitania, la peor política es callar ante la injusticia y silenciarse ante los abusos.
Ante tan singulares ocurrencias se pregunta el ciudadano: ¿Quién ronda a los curadores? ¿ A quién rinden cuentas? ¿Quién evalúa su labor y supervisa que su desempeño se ajuste a la ley y los reglamentos? ¿Para qué sirven las curadurías?
A lo largo de los últimos cuatro años se ha percibido advertencias no solamente de la naturaleza sino de los técnicos de los organismos gubernamentales, en el sentido de estar preparados para una contingencia.
Las explicaciones de la Directora han sido confusas y los razonamientos han dado lugar a mayores dudas y ni lo acontecido ni las declaraciones favorecen al Instituto ni al Gobierno nacional.
Miseria, pobreza, desempleo, problemas de infraestructura, educación y cultura parecen preocupaciones de otras regiones y propuestas para otras ciudades.
No hay nada más desolador que encontrarse en los albores de la vida sin opciones ni futuro y de esta penosa circunstancia nace gran parte de la descomposición social.